El que se mata a sí mismo solo mata su vida para sí mismo y para Dios.
Nadie lo sabe y nadie pregunta
solo el entierro apaga las voces de los murmuradores
y una lápida cierra para siempre las razones de su adiós.
Despedirse a sí mismo es el más grande orgullo
cuando hasta los que te protegen olvidaron su hacer
y los muertos de antes desfilan ante ti
como orgullosos soldados que vencieron la vida y el dolor de no entenderse a sí mismos.
El suicidio es una puerta y no el fin
una voz me llama desde los límites de la vida
y su eco crece como hiedra en mis oídos tapiados.

Morir solo para acabar con la vida de todos
en la noche cadáveres y vivos son lo mismo
es indiferente vivir o morir
como ponerse el zapato en pie errado
o como comer con tenedor o cuchillo.