Tuve el impulso de pararme y vestirme. Creí que el tiempo me había rebasado y tenía un compromiso en las primeras horas. La tranquilidad sobrevino cuando vi a mi esposa que dormía profundamente. Volví a acostarme y al cubrirme con la frazada, miré el reloj. Oprimí el botón de luz y me remitió a una lejanía, un aroma, un rostro. Cerré los ojos, y escuchaba los latidos de mi pulso. Conté mentalmente la frecuencia del corazón y rebasaba lo normal, como si hubiese estado caminando de prisa. Respiré hondo y traté de continuar el sueño. Una pregunta brotó entre la oscuridad. ¿Por qué mi corazón latía más de prisa? ¿Acaso sería mi presión, o era el stress cotidiano? Soñaba o platicaba conmigo mismo, no lo sé pero vino a mí, el olor de café recién hecho. A ella le encantaba el café, aspiraba el humo y poseída por él, decía: “en este momento puedo hacer locuras." Yo reía, pensaba que era una broma, pero después de repetirlo, empecé a dudar. Una mañana, en el archivo la besé una, dos y tres veces y seguimos y seguimos hasta que gritó..." joder tengo citas pendientes” y se fue corriendo. Un fin de semana tuve que ir a su departamento para darle unos documentos que necesitaría para una reunión de negocios, Tomé el café, que me ofrecía y ella sólo agua. Entonces, no me acompañaras con un café y le di mi taza, le dio tres sorbos y de manera espontánea, me tomó de los hombros y me dio un beso en el cuello. Tienes una fragancia y suspiró. Dos horas después ambos estábamos bajo la misma regadera. La acompañé y pasamos un domingo increíble. El aroma de café se alejaba y volví a encender la luz del reloj y solo habían transcurridos dos minutos. Fui al baño, me masturbé y volví a acostarme. |