El estruendoso sonido de la explosión de la pólvora, que se generó al jalar el gatillo, manifestó el odio y resentimiento y lanzo el proyectil con envidiable puntería, acertando directamente en el pecho, el grito de dolor fue inminente, sin embargo la adrenalina generada por el impacto me permitió seguir de pie por un momento, pero no fue por mucho tiempo, la caída fue dolorosa y la presión que ejercían mis manos en la herida no eran suficientes para detener la hemorragia, el dolor se apoderaba poco a poco de mi ser, y la vista era cada vez más escasa, el impulso constante de querer erguirme y recobrar la postura era nulo, las extremidades de mi cuerpo lentamente perdían la cordura y el movimiento, y lo caliente del impacto del proyectil que genero al perforar mi cuerpo, poco a poco se opacaba con el frio que recorría cada uno de mis órganos privándolos del optimo funcionamiento, la proyección de imágenes de mis recuerdos e imaginación, anunciaba lo inminente pero no me voy a rendir luchare hasta el final.
Porque la bala perforó mi cuerpo pero no perforó mis ideales, perforo mis órganos pero no podrá perforar el sentimiento de hacer algo por mi País, somos más y estamos más unidos, no nos podrán callar, somos la vacuna para este cáncer que nos consume y por cada individuo que caiga habrá más que se levanten y alcen la voz, por cada bala que se dispare, las consignas de justicia no cesaran y se pavimentara con sangre los caminos hacia un mundo anárquico, y en busca de ordenamientos benéficos para la gran mayoría y no solo para unos cuantos, las balas no cesaran pero tampoco nuestra lucha, somos más los que queremos cosas mejores, y anhelamos la utopía de un mundo perfecto, sin clasismos ni distinciones, sin reyes ni plebeyos, este día caigo yo pero con la esperanza de que no desistirán y seguirán en la lucha de un País mejor, como lo decía Emiliano Zapata “Si no hay Justicia para el pueblo, que no haya Paz para el Gobierno”
José Miguel Torres
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