Hay tres temas universales: el amor, la muerte y las moscas...

Cuando veo moscas pienso que son los seres sobre el planeta más bohemios, mas anárquicos, más sin normas. Sobre las moscas se ha escrito mucho. No hay escritor notable que no haya escrito sobre ellas. Cómo no, si son compositoras, de unos zumbidos que pretenden sean sinfonías, y bailan, al ritmo de su no muy afinado concierto a mediodía, a medianoche.


Estoy cenando y una repelente mosca trata de posarse sobre mi plato de sopa. Un serio incordio, hasta que cae en el vaso de zumo de tomate, siento asco, pero opto por lo práctico y le tapo la salida con una servilleta sobre la boca del vaso. Observo que comienza a ahogarse. Me dispongo a rematarla rociándola encima con sal y pimienta. La mosca ha muerto, a las diez y veinticuatro de la noche.