Desde pequeño he tenido una increíble facilidad para el dibujo a mano alzada, y aprovechando este natural talento encuentro trabajo de medio tiempo en un jardín de infantes. Dicha labor consiste principalmente en pintar pequeños murales con animaciones para enseñar a los niños conductas sobre higiene personal y buenas costumbres.
El pago por los servicios sirve para mantener vigentes mis vicios de cigarrillos y cervezas de fin de semana, cuando los estudios superiores dan tregua a mi agitada vida universitaria.
Hace algunos meses decidí venir a vivir con mi abuela materna; para ser sincero desconozco el verdadero motivo de mi acto, creo a ciencia cierta que fue una necesidad casi genética para conocer aquel lado familiar de la cual tenía casi nulo conocimiento; "La sangre finalmente llama" dice el popular dicho; ahora comprendo plenamente a que se refiere.
Hay desplegado sobre la mesa del comedor un gran pliego de cartón blanco donde estoy laborando, acabo de dibujar un payaso con varios globos en una de sus manos; en el interior de cada balón hay imágenes de niños peinándose el cabello alegremente; además en los botones del colorido personaje dibujé otros chicos lavándose la cara y las manos con agua y jabón.
_ Está precioso_ Su dulce voz imprevistamente llega desde mis espaldas; no me había percatado de la presencia de mi abuela.
_ Gracias abuelí.
_ ¿Haces también retratos?
_ No lo sé_ Respondo dubitativo_ nunca he tratado.
_ ¿Si te paso una pequeña fotografía podrías intentarlo?
_ ¡Démela; que yo la dibujo!
Trabajo por algunos días con la roída, vieja y pequeñísima fotografía que me diera mi abuela. Es una imagen de un varón de semblante algo serio, más su mirada denota cierta felicidad. Viste solo camisa de cuello, indumentaria que adorna con una corbata mal anudada; como la imagen es en blanco y negro deseo mantener la estructura visual evitando dibujarla en colores, pretendo ser lo más fiel posible al original.
_ ¿Ya lo terminaste?_ Mi abuela rie cuando llego a presentarle el resultado final.
La veo emocionarse al mirar el retrato con inusitada ternura_ ¡Que se ve hermoso con su corbata chueca!_ Ella sonríe recordando el momento de la fotografía; algunas lágrimas resbalan desde sus ojos. Tras algunos segundos dirige una profunda mirada de agradecimiento hacia mi persona.
_ Gracias Jorge; tu abuelo quedó muy bien_ Dice dulcemente con voz temblorosa, también sonrío con los ojos llenos de lágrimas.