FUI TU EMBELECO. Me acompañó la fortuna en esa preciosa noche, cuando viajaba en mi coche y te iluminó la luna. Tuve que frenar en seco pues te cruzaste en la vía; esa noche no sabía que sería tu embeleco. Lo fui sí y no me importó, porque te entregaste entera, amando como una fiera que al cielo me transportó. Eras íntegra en el lecho, bebí de ti hasta embriagarme, no dejaste de brindarme la miel de tu boca y pecho. Partiste como llegaste sin adiós ni despedida; pensé que estabas dormida, conmigo no despertaste.
Texto agregado el 28-07-2017, y leído por 184 visitantes. (13 votos)