Quisiera convencerte cuanto te amo,
que he perdido la razón al conocerte,
porque eres la luz que nunca he visto
la sombra benigna que me protege.
Nube viajera que arrastrada por el viento
se precipita sobre mí y no me moja.
Eres calor de sol de mediodía
resecando y haciendo yermo mi camino
calidez que dilata y exagera mi congoja.
Déjame ser el remanso de tu río
después... ¡precipitarme en ti como cascada!
Eres mujer, ¡Luna de octubre! en plenilunio
que se viste en la noche enamorada
con un ropaje albo como de novia.
Déjame ser tu sol después de la madrugada
para desposarte así mi bien amada...
Luego, en el amanecer hacerte mía
¡Para teñir de rojo la alborada!
Texto agregado el 25-07-2017, y leído por 376
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