Es la primera vez en mi vida que quiero salir de mi propio aislamiento. Quiero ser libre de esta prisión que yo misma me construí alrededor, con paredes de secretos y obsesiones. A lo largo de mi corta vida he estado escondiendo cosas, callando cosas. Tú no entenderías lo que se siente estar en mi sitio y sentir que has sobrepasado el límite de tu propia cordura, y que estás a punto de explotar y decirle todo a cualquier persona, pero sabes que eso no te hará sentir mejor, ni mucho menos te quitará el peso
de encima. Es una tristeza tan dura, que no sé explicarla, que no cabe en palabras y me ahogo en ella todos los días.
Yo siempre me sentí diferente a los demás, nunca pude evitar sentir que no encajaba entre las personas comunes, que me faltaba algo que todos tenían o tal vez me sobraban cosas que no me servían de nada, solo me diferenciaban y alejaban del grupo normal. Siempre me sentí, y fui, extraña al concepto de "normal". Aunque nadie es normal, ¿no?.
De cualquier manera yo siempre me sentí aislada. Eran demasiados problemas con los demás, demasiados problemas… demasiada soledad… demasiado silencio… Al sentirme y verme siempre diferente a las demás personas, pensé que la única forma de protegerme de sus comentarios era no decir nada, callármelo todo para el único ser que podría entenderme alguna vez: yo misma. Pero no funcionó. No, no son cicatrices lo que llevo en la muñeca. Son gritos de auxilio.
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