Hay brisas que descienden del cielo
Para traer las musas que revestirán sus túnicas con tu recuerdo,
Tu ausencia horada mi alma
Y sin vos no habrá sueños de mendigos ni hadas de cuentos
¡No habrá magia!
Y me dolerá el corazón
Cuando en el exilio remiende
el celofán de mis alas,
¡ay, pobre ángel en los portales de su infierno!
¿Cómo se hace para vivir sin esa magia, lector?,
Los días pasan
Y ya no me siento como niña
Corriendo al ritmo de los tranvías,
Ya no persigo remolinos de estrellas
Que resuenan como cascabeles
En el hueco existencial de las mentes.
Dime amor, ¿dónde te has ido?,
Hay un pajarito cantor que ya no canta,
Hay una monita que se ha civilizado
bajo el rigor de las costumbres mundanas,
Y hay una princesa japonesa
Que ya no recolecta colores ni hierbas
para su té de las meriendas.
Dime corazón, ¿por qué te has ido?
¿a quién le regalarás tu sonrisa de mirlo?,
¿a qué aves les entregarás los secretos
que moran en el palpitar de tu mirada?
Dime querido,
Que sin tu luz miro, desde el fondo de un pozo,
el correr inevitable del tiempo de los hombres bastardos
que cargan con la primitiva memoria de barro
Acontecida como la muerte,
sepulcro y devoción de aquellos años,
dime amor y vuelve al dulce calor que te dieron mis labios.
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