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Inicio / Cuenteros Locales / piratafox / CAPITULO 2. LA GENTE DEL MAR

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- Esta es más grande.
- Pero no es tan brillante.
- Claro que es más brillante, solo hay que limpiarle.
- Al menos yo llené mi cesto.
- Sí, pero esta es la más grande que he visto, y de seguro en el pueblo todos me admirarán, también podré cambiarla con alguna piel (de jaguar).
- vamos, subite! –Dijo Nutria, mientras acomodaba el remo en la orilla de la canoa. Enseguida Piedra Honda subió con una sonrisa muy grande, mucho más que la que de costumbre. Ambos eran buenos nadadores de aguas profundas y eran expertos en atrapar perlas en los mares. Aquel día había sido bueno, su transporte estaba abarrotado de peces, camarones y almejas, Nutria había conseguido llenar un cesto de perlas, una tarea muy difícil, la suerte estaba de su lado siempre, pero nunca se había visto una perla tan grande como la de su buen amigo, era muy redonda, blanca lechosa con una pequeña protuberancia color plata. Piedra Honda tomó el otro remo, y empezaron a desplazarse, el mar estaba tranquilo aunque la orilla estaba lejos, solo una sombra fantasmal dibujaba los acantilados más elevados de su isla, el resto de la tierra estaba invisible a esa distancia y la neblina empezaba a subir. A su espalda los rayos de sol de la tarde empezaban a mezclarse con los tonos fríos que anunciaban la noche. El sonido del agua al chapotear con los remos, y las olas encrespaban la superficie y llenaban de melancolía los atardeceres, pero el muchacho de la roca grande iluminaba con su alegría el trayecto.
- Esta piedra si es grande amigo. Ya verás que las mujeres me admirarán, todas querrán saber historias de mis proezas. Ya me imagino al jefe alabándome en público, señalándome como ejemplo a seguir. De seguro me dará un nombre importante o me hará jefe de pescadores.
- Si, seguro. Pero primero hay que pelar todos esos peces y sacarle las tripas antes que se pudran. Si no vendemos, no comemos.
- Podemos comernos los peces.
- Sabes que no podemos comernos los peces.
- ¿Por qué no?

Llegaron hasta la orilla, justo cuando el sol llegaba al ocaso y aquella luz amarilla se transformaba en una mancha rojiza y triste que flotaba sobre aquellas aguas que se iban oscureciendo. Para todo el mundo esa era la señal de que los espíritus se adueñaban de la tierra y los demonios salían a ejercer su caminata y autoridad sobre toda la creación. Ya las otras canoas estaban varadas en la orilla, y detrás de las rocas algunos pescadores empezaban a encender las hogueras.

- Dicen que un día los grandes espíritus vendrán como aves sobre el mar y los pájaros acuáticos volaran encima de ellos, guiándolos hasta la orilla. Y los espíritus serán como los suplantadores y entonces será el comienzo y el final de los tiempos.
- ¿Quién te conto esa historia?
- No es una historia, es una profecía. En el mercado conocí a un viejo a quien solían llamar , a quien le vendí una perla, y como todos los viejos saben profecias, que muchos chamanes conocen. Sobretodo los mas purificados.
- ¿Ojo sagrado?
- Si, creo que es un chaman tambien, aunque el pobre anciano solo tiene un ojo, a sus espaldas lo conocen como ojo de espanto. Espero encontrarlo en el siguiente viaje, le llevaré esta perla enorme, seguro la querrá para el ¿Me pregunto qué me dará a cambio?
- ¿Iremos al mercado?
- ¡Claro! ¿O piensas que vamos a comernos todos estos peces, y estas conchas?

Esa noche durmieron con inquietudes, Piedra Honda soñó con perlas en lo profundo del mar, perlas que brillaban mucho y que las entregaba al anciano del mercado, luego soñó con grandes espíritus que flotaban sobre las inmensidad de las aguas y devoraban al anciano hasta no quedar más que un vacio. Mientras tanto, Nutria soñó con peces que caian sobre él, miles de ellos, y lo empujaban hacia lo profundo del mar para asfixiarlo hasta quedar sepulto bajo las inmensas olas.
En la mañana se levantaron como de costumbres, quizá los sueños quedaron olvidados, pero estuvieron muy callados mientras realizaban la labor de destripar a los pescados, arrojando los restos a la orilla de la playa donde las aves las devoraban luego. La carne del pescado la colocaban sobre un petate para que el sol la secara, y así durante varios días, acompañado de una humareda para ahuyentar moscas y otros animalillos molestos que agusanan la carne. Luego de varios días el pescado estaba listo para ser vendido, cocinado y comido. El objetivo era reunir una buena cantidad de pescado seco, la cual sería llevada al mercado para comerciarse. Al llegar a la mitad del día se sintieron más despiertos, y comieron el alimento que el mar les ofrecía, también la mezclaron con chile y verduras. Y una vez que los ánimos volvieron empezaron nuevamente la tarea de adentrarse en aquellas aguas azules montados en sus canoas marrones, y así traer peces y si el mar lo permitía, cosechar perlas en lo profundo. Al finalizar el día estaban contentos con su pesca, era su ultimo día en lo profundo de las aguas, ahora solo les tocaría esperar tres días más para llevar todo el cargamento al mercado. Nutria conocía el mercado, pero Piedra Honda no, estaba muy emocionado, pues en el camino Su amigo le contó muchas historias y aventuras que tuvo en esos viajes. Donde miles de personar de varias regiones y tribus se reunían y sin conocerse hacían tratos, y si algo no le gustaba simplemente no lo intercambiaban.
- Paremos un rato! Me siento exhausto.
- Buena idea, ya que tengo ganas de ir a cagar y mear.
- Ah, ve de una vez, que no aguanto esos sonidos y tu hediondez.
- Ah, caya pues. Que tu también cagas!

Nutria entro en los matorrales, mientras hombres y mujeres marchaban en fila, todos cargaban alforjas, e iban sobre un camino que partía de los pueblos de la costa hacia el centro de aquellas tierras. El sol era implacable, sobretodo donde empezaba el pedregal y se acababan los arboles, solo pequeños arbustos y monte crecía, y por todo el camino muchos grupos pequeños se detenían para cargar sus energías, comer, y hacer sus necesidades. No había ninguna fuente de agua cerca, y por tanto debían de cargar sus jarras con agua, jugos de frutas o fermentos. Piedra Honda se sentó sobre un montarascal, mientras acomodaba las alforjas llenas de peces y conchas. Se froto la frente con los dedos, y se soltó la correa. Muchos iban al mercado, viajar en grupos era muy importante, pues podrían apoyarse unos a otros, defenderse de robos de los salvajes y del ataque de animales carnívoros, incluso durante la noche conjuraban la protección de Espíritus y demonios para que los protegiera, así que una persona muy espiritual siempre debía integrarse al grupo para que hiciera las oraciones e invocara a esos seres divinos.

Texto agregado el 21-07-2017, y leído por 64 visitantes. (0 votos)


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