Buscaba una casa y estaba dispuesta a pagar todo lo que fuera necesario, pero la necesitaba con suma urgencia, pues todo parecía indicar que le habían pedido la casa que rentaba por los escándalos que hacía en las madrugadas, el vecindario había puesto la queja no solo ante los dueños, sino también a la misma policía que solo le había dado quince días para que se mudara a otra casa.
Pero la casa que buscaba, no era cualquier casa, tenía que estar a las afueras de la ciudad y debía ser una casa fantasmal, de tanto buscar encontró una que le llamó la atención. Enseguida la fue a ver y quedó plenamente satisfecha, había muchas telarañas y manchas de humedad en la pared y todo se veía envejecido: los muebles, las cortinas, los utensilios de cocina, el sanitario y la ducha. Ella pidió que no la limpiaran ni pintaran, que si lo hacían no la tomaría.
Los dueños de esa casa fantasmal quedaron aterrados ante tal exigencia, pero como el dinero puede más que todo, no estuvieron dispuestos a que la clienta se arrepintiera y encontrar otra si estaba difícil, pues nadie que ande bien de la cabeza sería capaz de alquilar esa casona que a gritos parecía pedir demolición.
Al otro día cerraron el contrato, por tres años ella viviría ahí y pagaría mensualmente dos millones de pesos. Con esa plata podía haber alquilado un lujoso apartamento un un sitio exclusivo de la ciudad, pero no, estaba obsesionada con una casa con esas características y después de encontrarla no iba a echarlo todo a perder. Tan pronto como pudo contrato a un camionero para que le hiciera el trasteo en un camión viejo. Lo raro de todo es que solo tenía unos lienzos desgastados, eso si, muchos lienzos, demasiados diría yo, aparte de eso solo tenía un televisor de pantalla plana, un equipo de sonido moderno y una cama hecha con madera rustica.
Quienes conocían esa casa dijeron que ahí se aparecían fantasmas y hasta un leproso que se envolvía en una sabana para no mostrar su cuerpo, pero nada de eso hizo desanimar a aquella mujer. Después del trasteo empezó a poner en orden los lienzos, era tan cuidados en eso que parecía tener miedo de que algo se cayera y se quebrara, los trataba como si fueran las porcelanas más valiosas que pudieran existir sobre la tierra.
Todo lo que habían pintado en los lienzos casi no se veía, o para ser más exactos no se veía, solo los lienzos grandes y desgastados que impacientes parecían esperar las manos de un artista que los poblara de imágenes, era como si esperaran como un sediento espera el agua pues la sed lo incendia . Qué cuántos días se gastó en ordenar la casa, no supe con certeza. Lo único cierto era que ella se sentía satisfecha y pronto iba a poner manos a la obra.
CONTINUARA |