Después de tantos años acumulando experiencia, llega uno a la conclusión de que sus aspiraciones se han vuelto absolutamente terrenales, peregrinas y un tanto surrealistas. No sé; antes imaginaba tener una posición social, éxito económico; qué sé yo.
Estaba, tumbado, echando una siesta, hoy. Un siesta seca: sin dormir, ni sudar- estamos en verano-; cuando me ha asaltado a la imaginación, que mi único deseo- ya digo, después de tantos años- es tener a alguien danzando por casa descalza y en combinación, alrededor de mi puesto de siesta. De mis siestas secas. Si me lo dicen cuando era niño, quizá hubiera pensado que vaya ambiciones. También se me daría igual que fuera desnuda, pero no acostumbro a bajar las persianas y tampoco me gusta compartir el objeto de mi mirada con el vecino, a no ser que se trate de un jarrón chino y cosas por el estilo.
Para que vean a lo que llega la edad. Sólo me gustaría oír el tam- tam de sus pies descalzos sobre el pavimento y observar aquella desinhibición en forma de chica en braga.