Mi tío, don Salvatore Brusca es definitivamente un hombre muy melancólico, romántico y aficionado a la música de su tierra, en especial se manifiestan en él todas estas melancolías los días domingos por la tarde, cuando mi tío reposa en su casa de campo.
Aquel domingo mi tío quiso tener algo especial, y se lo comunicó a Giovanni, su asesor principal en asuntos de la Cosa Nostra, diciéndole :
- Giovanni, me gustaría que fueras al pueblo y me trajeras un acordeonista, tengo muchos deseos de escuchar algunos sones napolitanos y sicilianos y qué mejor que un músico del pueblo. En algún lugar del pueblo debe haber algún acordeonista que querrá deleitarme con su música, después de todo Italia es tierra de músicos, alguno debe haber en el pueblo.
- Enseguida signore don Salvatore – contesta Giovanni – no me tardo mucho en traerle un acordeonista para su deleite dominical.
Rápidamente Giovanni ordenó a otros ayudantes de la familia para que le acompañaran en la misión encomendada por mi tío, la tarde recién comenzaba pero debían darse prisa.
Mi tío, Don Salvatore me llamó a su lado y en voz baja me dijo :
- Tomasso ya es hora que comiences a participar en las tareas de la familia, sus trabajos y deberes. Acompaña a Giovanni y a sus hombres y les ayudas a que me traigan lo que les he pedido, ¿te parece bien? Revisa bien tu automática, ¿has practicado tiro ?
- Sí tío, constantemente estoy practicando con la automática que me regalaste y con otras armas más pesadas – le contesto – Estoy en buena forma.
- Ahh Tomasso, un día vas a ser el orgullo de la familia Brusca y los capos de la región te van a respetar, ya vas a ver.

Giovanni condujo el coche que rápidamente nos llevó al pueblo y poco tardó en encontrar una orquesta que tocaba música religiosa al frente de una iglesia, allí había un hombre tocando la acordeón.
Que contratiempo dijo Giovanni, es una ceremonia religiosa, il signore Salvatores es muy religioso y no le va a gustar que dejemos a la Virgen Napolitana sin su música, debemos busca en otro lugar.
No lejos de aquella iglesia, en una plaza cercana, hallamos otra orquesta donde también tocaba un acordeonista.
Giovanni sonrió y dijo :
- Muchachos, aquí está nuestro hombre, vamos por él.
Bajamos del coche y nos acercamos a la orquesta, entonces Luccio gritó :

- Eh tú, el de la acordeón, ven aquí.
- Y que sea rápido –agrega Giovanni – no tenemos toda la tarde.
El acordeonista asustado o nervioso responde que no desea abandonar la orquesta y que aún le quedan temas para tocar, por lo que le tomará cierto tiempo dejar de tocar.

Giovanni absolutamente decepcionado y enfadado por la respuesta del acordeonista, dispara una ráfaga con su sub-ametralladora generando un ruido infernal. El caos es inmediato, las mujeres comienzan a gritar, los niños corren a refugiarse donde sus padres, los hombres no saben qué hacer. Yo extraigo mi automática por su hubieran problemas y la dejo a punto de disparo.
Un hombre con aspecto de autoridad en ese momento, intenta imponer la calma.
- Vamos, vamos amigos, lo cierto es que necesitamos a nuestro acordeonista para hacer este homenaje cívico-musical a nuestro héroe del pueblo, cuya estatua podeis ver allí, al pié de la orquesta. Pensadlo mejor.
Aquel “Pensadlo mejor” que dijo ese hombre me hizo recordar los consejos de mi tío don Salvatore y en especial aquel que dice “Si teneís la pistola en la mano, poco hay que pensar o decir, solo dispara”. Convencido de esa filosofía mafiosa, de inmediato apunto a la cabeza de la estatua y disparo.
Verdaderamente la bala pulverizó la cabeza del héroe del pueblo y luego disparé dos tiros a su pecho y vientre, quedando de la maltrecha estatua homenajeada, apenas las piernas que fue todo lo que quedó de la dichosa estatua.
Esta vez no hubo caos ni pánico entre la gente y Luccio fue en búsqueda del acordeonista para subirlo al coche, cosa que hicimos igual para regresar rápidamente a la casa de campo de mi tío don Salvatore.

Ya en la casa del tío, el músico comprendió que debía ejecutar su bello arte musical para acompañar la melancolía de esa tarde de domingo, y llenar la huerta con sus sones musicales, la mesa familiar poco a poco se fue abasteciendo de ricos vinos italianos, pastas y delicias de la región.
Pero la bella tarde de música y melancolía derivó en noche estrellada y mi tío tuvo hermosas palabras de gratitud para todos aquellos que habían hecho posible tal maravilla.

Pero no todo iba a ser tan hermoso, al despedirse el señor de la acordeón preguntó a mi tío cúanto dinero le iba a dar por sus servicios musicales.
Giovanni sujetó al hombre por el cuello y le dijo en muy malas palabras:
- Maldito gusano aprovechador, Don Salvatore te invita a su casa y tú le estás cobrando un sucio dinero por su invitación ? Largo de aquí ¡
Entonces mi tío que es un hombre muy educado, amable y gentil, se acerca al músico y le dice :
- Grazie signore, per tale bela música.
Me gustó mucho que aquello hubiese terminado de ese modo tan feliz, entonces guardé mi automática agradeciendo que no debí utilizarla por segunda vez en el día debido a la insolencia de ese hombre para con mi tío… il signore Salvatore Brusca.