Cuando la noche termina donde empieza el día
entre las penumbras que el amanecer descubre
se fue hoyando en ellos la esperanza lastimera
de alcanzar uno de los dos, aquella quimera.
Así pasaron inviernos y sus primaveras
el río llevaba al mar sus aguas a raudales,
cada recodo del camino fueron esperas
pues se detenía a consolarse de sus males.
Gritaba fuerte en el murmullo de la cascada
junto a la hierba fresca solo le preguntaba:
¿Dónde está ese cuerpo que en estas aguas bañaba?
...La hierba nada supo decirle de su amada.
El río siguió por su acuoso descenso al valle
para llegar a la rada y terminar su viaje
allí vio al mar tener a su amada por el talle
loco de celos se estrelló contra el oleaje.
Mar y río en abrazo de muerte se encontraban
arrebato tan parecido a un mortal combate.
Mientras de la ninfa ellos hacían su debate,
ella los dejó sin el cuerpo que peleaban.
Aquellos caudales aún siguen encontrándose
nada se preguntan de la ninfa que bañaban
a pesar que los dos todavía la extrañaban
así, en sus soledades, terminan consolándose.
Texto agregado el 17-07-2017, y leído por 324
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Lectores Opinan
17-07-2017
Muy bella tu poesía. Muy original también. Mis ***** Justina2017
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