Me he propuesto llegar a Las Indias navegando hacia el Oeste. Ante los sabios de Salamanca había causado no buena impresión al exponer mis teorías y creo que he sido tomado por loco. Durante la travesía del Atlántico, observé un fenómeno que me llenó de asombro: vi elevarse desde las profundidades objetos voladores de forma circular con una semiesfera en su parte superior.
A mi regreso a España, no quise hablar del tema con la reina para no aumentar sus dudas sobre mi salud mental, preferí dejarlo en el campo del enigma.
La explicación del fenómeno observado por el navegante estaba a cincuenta y seis millones de kilómetros de la Tierra. Los habitantes del planeta rojo, poseedores de una civilización mucho más avanzada que la terrestre, decidieron colonizar nuestro planeta sin que nos percatáramos de ello. Fue así que construyeron en la Tierra ciudades en el fondo del mar. Los arquitectos marcianos diseñaron las maquetas de las nuevas ciudades submarinas y en una ardua tarea transportaron los materiales de construcción a los océanos terrestres. Al término de su labor, quedó construida la primera ciudad a la que dieron el nombre de Ciudad del Mar.
Diseñaron grandes campanas de cristal con las que cubrieron las urbes para lograr una atmósfera similar a la de Marte. Para alimentarse, aprovecharon la fauna marina y una y otra vez viajaron a su planeta de origen para abastecerse de comestibles. Esos objetos que emergían del fondo del mar eran los OSNIS (objetos sumergidos no identificados). En las profundidades del océano había surgido una civilización extraterrestre.
Colón, tal el apellido del navegante, nunca pudo explicarse el fenómeno del que había sido testigo.