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PRECIPICIO




De pie frente al precipicio el hombre busca con la mirada en el fondo del despeñadero. Su visión se pierde en las profundidades sin distinguir nada. Se coloca en cuclillas, pone la mano en la frente a manera de visera para que el sol no lo deslumbre, aguza la vista escudriñando lo más profundo de la cañada. Otra vez de pie da algunos pasos indecisos por la orilla del precipicio, observa absorto aquella hendidura que se tragó meses atrás a su amada. Vuelve a mirar hacia abajo, solo ve algunas salientes, pedernales de filosas aristas con algo de hierba aferrándose a la vida.

Algunas nubes oscurecen momentáneamente el cielo, el hombre aprovecha para volver a mirar lo que hay abajo. Imposible distinguir nada, la profundidad es considerable en aquel tajo que la naturaleza hizo a la montaña. Entonces se decide, afianza los pies sobre la superficie rocosa que lo sostiene, con los ojos bien abiertos se impulsa y ¡se lanza al vacío!

En el aire el hombre se siente águila de las libertades, imponente cóndor de voluntad ancestral. Por unos segundos planea zarandeado ligeramente por el aire que circula por la hendidura. Ojos, manos y piernas bien abiertos, parece volar… pero empieza el vertiginoso descenso en picada. El cuerpo ahora desmadejado choca con una saliente de la pared rocosa, la caída sigue inexorable. El hombre cae, su cuerpo busca lo profundo de la cañada, tiene un terrible tajo en el dorso, una gran parte de su muslo derecho quedó adherido a la saliente y lleva un ojo como colgajo.

Una segunda saliente no impide el mortal descenso, solo le incrusta un filoso pedrusco en la barriga y le deja las tripas de fuera. El cuerpo sangrante rebota varias veces más en la pared de piedra sin detener la caída. Finalmente un golpe seco anuncia el final del descenso. La masa sanguinolenta termina junto a una osamenta dispersa, ¡son los restos de su amada!, esos que buscaba con la mirada el hombre desesperado.

Algunos de aquellos huesos se tiñen con la sangre del suicida. Así la naturaleza, pese a toda su grandeza, no logró impedir la realización de dos humanas voluntades, celebrar una boda de muerte en las profundidades.

Texto agregado el 14-07-2017, y leído por 428 visitantes. (20 votos)


Lectores Opinan
14-07-2017 Una boda bastante precipitosa. remos
14-07-2017 Me gustó el relato y la historia de fondo. El cierre perfecto por lo sorpresivo. Un abrazo, sheisan
14-07-2017 El pobre imbécil que te votó con 1 estrella no tiene idea de lo que es literatura. Muy buen texto. Te felicito. avefenixazul
 
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