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¿Rojo o azul?

Fui miembro de la división explosivos de los bomberos de la ciudad de Nueva York. Galardonado con el diploma de honor en la graduación de los egresados en 1988. Si bien lo mío no fue la especialización, a partir de los acontecimientos de la torres gemelas, nos habían capacitado enormemente en la profesión. A la sazón y a fuerza de mis casi 30 años en el servicio, la división me había confiado la jefatura de la institución y la formación de nuevos expertos en estas lides.

La historia que pretendo traer a la memoria en la acaecida hace un par de meses, producto de una denuncia anónima de un dudoso artefacto oculto en el puente de Brooklyn. Símbolo emblemático que une Nueva York con Brooklyn, de casi dos kilómetros de longitud y una infinidad de espacios para dejar el bulto sospechoso.

Lo primero que hicimos y armamos un caos descomunal, fue cerrarlo. Casi paralizamos todo, al punto tal que nos demoró la llegada al lugar. Cuando la camioneta que nos trasladaba solo había recorrido unos trescientos metros, no pudimos avanzar más. Decidimos continuar a pie, con los pesados equipos. Afortunadamente varios motociclistas nos “cedieron” sus vehículos y logramos llegar surfeando los vehículos entre encolerizados bocinazos y sirenas.

— Capitán, creo que lo encontramos

—Luck, deme su ubicación

—Nos encontramos en la senda peatonal, casi en la mitad del puente.

—¿Es nuestra jurisdicción?

—Afirmativo

Un arranque burocrático para no cargar con la responsabilidad del evento, que rápidamente traté de subsanar.

—Convoque a todos los efectivos, sin distinción territorial

—Ok

La carga de mis 55 años me hicieron demorar el llegar al lugar, todo el personal estaba atento a mis instrucciones.
El aparato en cuestión era un oso de peluche de un metro de alto, color marrón, muy parecido al oso Yogui, sobre su pecho se aferraba una ristra de cartuchos de dinamitas y en el centro un reloj digital con números en rojo, que, en escala descendente indicaba 9:54.

Me hizo recordar a algunas bombas desactivadas en mis comienzos en la institución. Lo único distinto era que no se sentía el tradicional tic, tac, tic, tac.
9:32.

—Bob, estamos a dos metros

Recordaba con nostalgia a aquellos momentos en que las bombas estaban conectadas a aparatos de precisión que se relacionaban con los explosivos con dos cables. Frecuentemente, el rojo y el azul. La forma de anularlas era cortar uno de los cables. La tradición decía que al cortar el equivocado todo volaría en pedazos.
Esta historia me hizo ganar infinidad de admiradores, no solo en Nueva York, sino en al resto del mundo. Fotos en las portadas de los más prestigioso magazines con mi rostro portando un alicate para cortar cables y la pregunta:
¿Cuál será?

Tengo que hacer una revelación que sorprenderá a unos cuantos. En aquellos tiempos las bombas eran muy rudimentarias, las conectaban como podían a los explosivos, haciendo uso de los cables que tuvieran disponibles. No importaba el color, con solo cortar uno se anulaba la bomba.

De toda esta situación se tejieron muchas hipótesis, entre ellas, la de extraños poderes mentales que me indicaban el cable justo.

Llegue a abusar de este mérito y había armado un circo mediático, que me trajo muchos fanáticos y también muchos detractores.

El cronómetro marcaba las 8:23, todas las miradas se volvieron hacia mí. En las principales redes de comunicación se revivían momentos dramáticos en las que solo yo era el protagonista, sin ninguna protección, solo, con la infaltable herramienta de cualquier electricista. Se me veía con la cabellera oscura, tan seguro como arrogante.

—Capitán, son solo dos cables y los dos son rojos— ahora el reloj marcaba 8:01

—¡Confirme los datos!

—Evacúen la zona, aléjense inmediatamente.

Necesitaba tiempo para pensar y fue la única alternativa que se me ocurrió; el recurso no garantizaba la operación, pero salvaría vidas.

¿Qué grado de daños podían generar los explosivos que rodeaban al oso?

Pensé en mi esposa, en mis hijos y la cantidad de peluches que los vieron crecer, tan compañeros, tan dulces.
Fue en ese instante en que supe lo que tenía que hacer.

—Luck, ¡el alicate!

—Jefe, ¡no lo haga!.

Me enfundé el traje al estilo de muñeco de Michelin, demasiado tosco e incómodo para poder desplazarme, un casco con apariencia alienígena y comencé a avanzar.

Parecía que el oso disfrutaba el momento, una indisimulada sonrisa cuanto el reloj marcaba 6:36

Recordé en ese momento aquel regalo que le hice a Camila del peluche que ahora me miraba, mis noches en el garaje preparando los explosivos, y ese reloj que ahora tenía en vilo a toda la comunidad y que nos despertó durante tantos años.

Solo pude encontrar unas viejas guirnaldas navideñas de las que pude extraer los cables rojos que ahora sorprendían a mis subordinados.

Nunca fui fundamentalista de nada, otras fueron las razones cuando decidí armar la bomba.

Ahora el reloj marcaba 4:23, comencé a avanzar como podía, sabiendo que mi destino estaba echado.

No advertí que un grupo de elite seguía mis pasos, me arrojaron al piso y me inmovilizaron.

2:43, la confusión se apoderó de la situación, mi grupo salió en mi defensa, entre forcejeos el reloj ya marcaba 1:00; mi intervención a favor de los intrusos descomprimió la situación.

—¡No me defiendan, tienen toda la razón!

Mi primer oficial no podía salir de su asombro.

—¿Por qué Bob?

Solo gritaba que no cortaran ningún cable, si lo hacían el artefacto haría explosión. Una bomba tenía un objetivo, acabar con mi vida al cortar algún cable, un importante seguro que solucionaría los problemas de mi familia, y un recuerdo permanente de un servidor público muerto en cumplimiento del deber.

0:02; 0:01; 00:00

Perdí todo en vida, familia, amigos, hogar, solo la compañía de unos extraños, que esperamos una nueva muerte sin dignidad.

OTREBLA

Texto agregado el 09-07-2017, y leído por 93 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
10-07-2017 Coincido con ZEPOL en la forma coloquial del relato. Por otra parte, a sido interesante el minuto a minuto la historia, propia de una película de acción. Emocionante los últimos segundos, el conteo te pega a seguir la lectura... Me gustó... Saludos!! https://espejosazules.blogspot.pe/ papel
10-07-2017 Me magnetiza la forma tan coloquial en que te expresas y la férrea firmeza con que sujetas mi atención para no soltar ni una palabra de tu interesante relato. Logras que el lector visualice con nítida precisión la acción de las personas, sus rostros ansiosos, la psicología de los protagonistas, fiel y apegada a la realidad de la trama. -ZEPOL
09-07-2017 Original final... achachila
 
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