Chincha, 9 de Julio...
Hay días en que entre las dudas y el diario me pierdes. Tus escuetas respuestas nublan las posibilidades y siento como si la cuerda empezara a desgranarse, de a poquito, con ese modo casi imperceptible y venenoso, que termina corrompiéndolo todo.
Y entonces, toda yo, me convierto en una contradicción, en un suspiro errante, que te piensa, que te busca, que te extraña, cavilando por Antonio Varas, desde Eliodoro Yáñez hasta Sucre, a distancia, a destiempo...
Y se me contrae el vientre, con este doble nudo generacional que te intimida y podría decirte bajito y sobre el cuello, mientras te hago el amor, que es eso lo que menos importa, que resolverlo es más fácil de lo que tú te imaginas... Pero de pronto recuerdo que lo último que necesito, a mitad de los veintinueve, es mi disfraz de comprensiva y sumisa...
Y me suelto...
y te suelto...
Como una respuesta ineludible a mi amor propio, desenrrollando las hojas de mi plan de escape, para huir de todas esas historias que suelo pensar que es mejor olvidar, porque no sirven...
Pero Alex:
¡No me sueltes!
¡Tú no!
Y si estoy distante,
Si no estoy...
¡Búscame!
Búscame como a una clavellina
En el jardín de tus palabras
Entre los textos que me sembraste entre el vientre y los pechos, mientras con el dedo índice me dibujabas la flor...
A Jorge Blanco, que me devolvió las sonrisas.
Las mañanas,
Los días,
El amor... |