Cuento para fin de semana
FINAL DE CUENTO
Por la ventana entreabierta penetra el ruido persistente y sobrepasado en decibeles que viene desde la calle, es el ruido propio de las arterias de la gran ciudad que respira a más de cien kilómetros por hora.
En su estudio de un cuarto piso, con un tazón de café bien negro a su lado derecho, un cigarrillo que se eleva en humo desde un cenicero a su lado izquierdo y pantalla con teclado frente a él, un hombre escribe.
A pesar del ruido de la calle, envuelto en el aroma del café y el humo del cigarrillo el escritor está escribiendo, está esbozando la última página de su último cuento que ha titulado “La visita”
De pronto, abruptamente, sin dejar de escribir con la mano derecha con la izquierda levanta el auricular del teléfono, lo deja sobre el escritorio y marca apurado un número de tres dígitos.
Inmediatamente contesta una agradable voz de mujer.
Y mientras con una mano sostiene el auricular y habla, con la otra torpemente comienza a escribir en la última página del cuento: Algo me dice que hoy vendrá, presiento que está cerca… muy cerca…
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Desde el exterior ingresa por la ventana entreabierta, además del ruido permanente de la calle, el sonido estridente de una ambulancia que rauda avanza por las calles esperando salvar una vida.
Se escucha aún más cerca la sirena de la ambulancia a la que se agrega otra que debe ser de un vehículo policial, parece que van pasando por la avenida frente a la ventana del estudio.
El escritor mientras tanto sigue hablando apurado y escribiendo sin darse cuenta que los vehículos de emergencia se detienen frente a la puerta principal del edificio donde él vive. El parece ignorar todo aquello que está pasando y sigue hablando y escribiendo.
Se escuchan ruidos, voces, pasos en las escaleras del edificio.
Sigue escribiendo y sosteniendo el auricular con su mano izquierda sin dar importancia a los ruidos del exterior.
De pronto oye fuertes golpes en su puerta. Se levanta de su silla y tambaleante de dirige hasta la entrada, mira por el visor y ve a personas vestidas de blanco con rostros que alarga y deforma el cristal de aumento del visor.
Trata de abrir la puerta y no puede, parece que estuviera soldada al marco.
Siguen llamando insistentemente a su puerta.
Él con toda su fuerza trata de abrir y por más empeño que hace no puede, sus músculos tensos no pueden… sus brazos y manos parecen de lana...
Desde afuera siguen los apremios mientras él sigue tratando de abrir, pero una fuerza invisible se lo impide.
A todo pulmón grita a la gente que se ha reunido en el pasillo exterior y con rabia les dice que aunque quiere no puede abrir.
Pero desde afuera, aunque grita, no escuchan su voz, pues nadie contesta o pregunta.
Él, sí escucha una voz firme que dice: despejen, derribaremos la puerta, prepárense vamos a entrar...
Instintivamente se hace a un lado y ve como la puerta hecha pedazos permite el paso de un corpulento policía y más atrás entran otro policía y hombres vestidos de blanco que parecen enfermeros o doctores… que ni siquiera reparan en el él, que esta tembloroso y asustado a un lado de la puerta derribada.
Y todos ellos más algunos vecinos curiosos entran intempestivamente al departamento.
Todos buscan dentro de los cuartos hasta que llegan a la salita cuya ventana da a la avenida y donde está el computador que muestra en su pantalla brillante la última página, inconclusa, del cuento “La Visita”
Él les ha seguido preguntando a gritos que pasa y lo peor es que nadie lo oye y tampoco lo miran. Lo ignoran por completo.
Allí, él mismo junto a los policías, enfermeros y vecinos ven que sobre el escritorio y con el teléfono en su mano izquierda está el cuerpo inerte del escritor mientras en el auricular se escucha una voz de mujer que dice: Resista, resista señor, la ambulancia ya está llegando a su casa…
El café derramado, lentamente se escurre desde la taza, deslizándose lentamente hacía el piso del departamento.
Mientras los enfermeros y policías retiran el cuerpo inerte sentado frente al computador y lo depositan en una camilla, él sin que nadie se percate de sus movimientos se acerca al teclado y con dedos temblorosos, para completar la página y el cuento, escribe: Definitivamente hoy llegó la visita que estaba esperando, parece ser hermosa…ahora voy a levantar su velo negro, para ver su sonrisa y perderme en su mirada…
Incluido en libro: Cuentos de vientosur
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