Saldré a buscarte un día
cuando ya nadie escriba poesía
o cuando los locos presidan el parlamento.
Iré por ti una mañana
en que nadie camine y el sueño sea el trabajo cotidiano.
Cuando las nubes se prostituyan
y las estrellas sean bailarinas de medianoche
yo iré por ti por lo rieles fríos de tu ausencia
para hacerte mía como antes
cuando entre tus labios y los míos no había distancia
y tus ojos eran la repetición de los míos.

Saldré por ti cuando el océano se quede mudo
y los árboles se deshagan hoja por hoja.
Te haré mía para que no vuelvas a ser de nadie
y hasta tu propia sombra sea como la mía.
Tú serás la escala que nos lleva a lo súper alto
y el renacer de los huesos por años sepultados.

Todo será primavera en el otoño del olvido
y la luz será el pan de la mesa
que arde para los hambrientos y los saciados
sin que hayan distancias
y el camino sea uno para todos nosotros
los que estamos vivos
los ya muertos
y los que están por morir.