Con la misma pasión
y sin el mismo corazón,
con la misma indescifrable humanidad
y sin ese mismo amor que desiertos nos abatió.
Shanti, shanti, shanti.
No soy poeta,
no escribo,
soy una artista del suburbio,
soy mitad comunista y mitad atea,
soy soledad y compañía,
existo y con eso me ha alcanzado
para preservar MI mundo
de las falsas máscaras
que engrandecieron el desafecto entre el tumulto.
Shanti, shanti, shanti.
A un corazón como el mío
le cuesta concebir la frivolidad de los sentimientos,
a un corazón tan roto y sufrido
no podrás lastimar porque ha concebido el dolor
desde un hondo suspiro.
Shanti, shanti, shanti.
No transfiguro mi ser
en una máscara de encanto defectuoso,
manifiesto mi espíritu
desde el lamento que resuena
sobre la prisión cautiva de tus hombros desnudos.
Shanti, shanti, shanti.
Doy forma con impulso y pasión
a las cinceladas de color que crean mis sueños
porque el amor, cielo
siempre tendrá un alto precio
para el usurero de besos.
Shanti, shanti, shanti.
Pensé que las musas
habían hecho abandono de mi mente inquisidora,
aún las percibo débiles
como en un reposo que se extiende, caprichosas.
Shanti, shanti, shanti.
Las palabras se morían en la garganta,
los versos eran espuma en el agua
mientras que el verbo creador
presionaba sobre la imaginación
con el filo de una daga.
Shanti, shanti, shanti.
Prescindiría de muchas cosas,
de la infancia,
de la gestora,
de la pureza,
de tu alma alborotada y dolorosa,
del abrigo de tus manos
en la madrugada solitaria y lastimosa
donde se paseaban los espectros
de una vida más piadosa.
Shanti, shanti, shanti.
Me despojaría de las esperanzas,
aquéllas que habían desaparecido
en el devenir de un mantra
de ascendencia primorosa.
Shanti, shanti, shanti.
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