Primero que nada se las presentare ella se llamaba Andrea, ella no era una abuela común era la mejor abuela del mundo, gracias a ella todos los días domingos nos reuniamos en su casa, ella era de piel blanca, de ojos de color café claro, de cabello blanco como las nubes, y falta mas decir que todo su cuerpo llevaba una arruga de cada momento que vivió a lado de los que la queríamos, la vida le dio un rosal que al principio la espinaba mucho, y al final le dio las mejores rosas, a cada integrante de su familia lo recibió con una nalgada, esa nalgada que no era fuerte pero que nos hacía llorar puesto que eramos recien nacidos, y aunque nadie jamás supo por qué en vez de un beso fue una nalgada, yo pienso que en esa nalgada nos decía que la vida era dura, que tendríamos que llorar muchas veces para que al final esa nalgada se convirtiera en abrazó diciendo !ya no llores si no te pegue tan fuerte!, o tal vez lo hacía para saber si éramos de buena raza como a los perritos que los toman de lomo y los levantan , o simplemente lo habrá aprendido de su madre.
Mientras acompañaba a mi abuela de la clínica al hospital en esa ambulancia sentí mucha tranquilidad; porque estaba tan calmada no hubo ninguna alteración, solo era como si estuviera dormida, llegamos a su casa y con la ayuda de los paramédicos, y mis hermanos la bajaron hasta su cuarto sin ningún problema, la colocaron en su cama pasaron 4 o 5 minutos, mi abuela suspiró y así murió, la abrace y le dije lo mucho que la amaba y lo mucho que cada integrante de su familia lo hacía también, no la deje sola, después voltee y estaban todos llorando, deje que cada uno la abrazará, la besará , mientras, salí del cuarto a sentarme en su silla y a llorar porque se había ido mi única abuela, era la una 1:20, salí a tocar las campanas de la iglesia de ese tu pueblo, mientras escuchaba el repique de las campanas pensaba en que de nuevo era domingo y como siempre estaba toda la familia en casa de la abuela, pero esta vez no era un domingo familiar para comer, ni su cumpleaños, tampoco el día de las madres y mucho menos el día de los abuelos ...esta vez era el peor domingo de mi vida, estábamos ahí reunidos porque ella había muerto, no puedo explicar lo que sentía cada vez que la veía en esa caja estaba tan hermosa con ese vestido blanco y tan en paz como si estuviera dormida, ese día la gente llegaba con flores y veladoras, y se quedaban ahí un rato acompañándonos, pero yo quería gritarle a todos que se fueran incluso a mi madre y a mi tía que estaban inconsolables, quería sacar a mi abuela de la caja ponerla en esa cama y abrazarla toda la noche y que en la mañana de lunes despertara de nuevo con su cabello blanco alborotado, diciéndome; “ya despierta, ve a poner la leche para un chocolate”, pero no podía, así que solo estuve ahí parada al lado de su caja contándole toda mi vida y recordando todos los días que la vi, al otro día la llevamos al panteón fue el momento más difícil porque sabíamos que ya no la volveríamos a ver jamás, el mariachi tocaba mientras cada uno de sus hijos, nietos, bisnietos, nos despedíamos, cuando empezaron a meter su caja y la empezaron a cubrir con esa tierra; sabía que mi abuela no se iba sola, mi abuela se estaba llevando algo de cada uno de nosotros, al final su tumba quedó cubierta de esas flores blancas que a ella le gustaban tanto, ella se fue y nosotros nos quedamos aquí con ganas de irnos con ella, ahora solo me queda seguir sacando lágrimas mientras recuerdo cada momento que pase a su lado, y a lado de todos aquellos que también la amaban, no sé cómo saldremos adelante, puesto que ella era la base de esta familia y ahora todo se tambalea, necesitamos otra base pero nadie tiene la fuerza, el amor , la sabiduría, las agallas, las garras, los valores que tenía ella…. mi abuela.
Desafortunadamente a mis hijos no les podrá tocar esa nalgada que nos hacía saber que era la abuela o bisabuela, nunca sabré qué se siente escuchar llorar a tu hijo porque estaba conociendo a su bisabuela, y saben lo único que me queda de todo esto es que se despidió de mí con una nalgada, claro ese sábado que me la dio yo no sabia que era la última vez que la vería con vida, me dijo: ¿que que me había pasado?, que le echara ganas en la vida, me abrazó y me dijo ándele por cabrona, mientras con su mano arrugada me golpeaba, como una caricia la pompi, se rió, me reí y reímos; después ahora sí me empezó a regañar y volví a llorar esta vez no por la nalgada si no por esas palabras que duelen hasta el alma por el simple hecho de que ella las dijo;
Mi abuela me enseñó muchas cosas me enseño a creer en el amor; porque ella jamas se volvió a casar a pesar de que mi abuelo la dejó muy joven, me enseñó a que hay que aprender a caminar antes de querer correr, que cada minuto de la vida cuenta como si fuese una hora, y que a pesar de que alguien te moleste con su presencia debemos respetarla, me enseñó a trabajar, en pocas palabras mi abuela me enseñó la vida a través de sus ojos.
Lo que mas voy a extrañar de mi abuela son esos domingos donde me levantaba a las 7 de la mañana para llegar a su casa y pasar todo el día con ella, voy a extrañar sus regaños, sus forma de decirme las cosas, y claro su risa tan peculiar, también voy a extrañar acostarme con ella y abrazarla, o pintarle sus uñas y claro tocar la piel arrugada de su brazo que hacía que sus venas se saltaran, no, no voy a extrañar solo esto, definitivamente voy a extrañar todo de ella hasta su manera de respirar, su manera de ver y su manera de dormir.
se que esto no es un adiós, es un hasta pronto porque al final estoy cien por ciento segura que la volveré a ver, ya sea en un sueño, en mi imaginación, en el suéter que me regaló, o cuando yo igual parta hacia la otra vida, fue un honor ser su nieta y es un honor portar su nombre.
Descanse en paz Andrea Chavez Bahena.
Con el más sincero y puro amor de tu nieta Andrea Delgado Hurtado