Desde hace algún tiempo atrás comencé a preguntarme a mí mismo el motivo por el cual ya no tenía incentivos de salir de fiesta. Llegaban los viernes y lo único que quería era llegar a mi cama, leer un buen libro, una buena serie junto a un té verde y un cigarrillo. Comencé a cuestionarme todo, desde mis amigos hasta a mi ser interno… hasta que finalmente obtuve respuesta: soy una persona introvertida, y en el mundo en el que vivimos esta condición no es bien vista.
Eso es justamente lo que ocurre: vivimos en una sociedad rápida, en donde sólo esperan el fin de semana para juntarse con amigos y beber, pero a mí eso no es lo que me mueve. Quiero estar tranquilo conmigo mismo, quiero autoconocerme, y siento que el ser introvertido es una cualidad que te ayuda bastante a ello, ya que conoces tus límites y tus emociones, y es la ciencia más difícil de estudiar. Mi tío siempre me decía: no hay desafío más grande que conocerse a sí mismo, ya que de esa forma podrás regularte y no dejarte llevar por los demás.
Esta reflexión no sólo va dirigida hacia mí, sino que usted, que lee esto tome en cuenta lo siguiente: si usted invita a su amigo introvertido a salir y él no quiere, no es porque lo odie o le tenga malos deseos en su vida, es solamente porque su amigo quiere su espacio, quiere reflexionar y quiero un descanso mental lejos de música, drogas y alcohol. Dele su espacio y no lo critique… es bastante fácil criticar* a alguien sin saber que le está pasando, y déjenme decirle que estas personas que critican en sentido negativo es porque carecen de la habilidad de conocerse, son pobres mentalmente y creen que con su ego y pasando a llevar a los demás se sentirán auto realizadas, pero esto sólo será de corto plazo, no es para siempre.
*Hice este aparte para dejar en claro que criticar no siempre tiene una connotación negativa, sino que criticar positivamente también es una excelente técnica de retroalimentación; y no lo digo yo, lo dice mi estimado profesor de Recursos Humanos.
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