Con mi tía (abuela) Mata (Matilde) teníamos un arreglo: después de salir de la escuela, le regaba sus plantitas y ella me daba 5 centavos a la semana, más los 5 que mi me amá me daba mi fin de semana era de primera.
Una tarde mi tía me dijo: "Ve m'hijo, quiero que me hagás un favor, te tengo un mandado. Quiero que vayas donde Topke y me comprés dos docenas de candelas".
-¿Candelas de esterina, tía?"
- No, candelas de cebo, son para mis santos. Solo tengo 30 centavos, no tengo cambio, valen 25 centavos, me traés el vuelto-.
-'Ta bueno tía, ya regreso.-
Mi tia vivia en la 1a. Calle y 10a. Avenida, el Almacén Topke estaba en la 11 Avenida y 4a. Calle de modo que eran diez
cuadras de ida y vuelta. En la esquina de la 1a. y la 11 Ave. estaba la tienda de doña Conchita y al pasar vi que también
vendian candelas de cebo.
Ahí estaba su hija Gloria que me conocía, le pregunté por el precio y me dijo que a 25 centavos por dos docenas. Le pedí que me las vendiera
Me guardé el cambio cuidadosamente y feliz regresé donde mi tía.
-¡Que rápido regresaste! ¿Corriste?. A ver, dame las candelas.- Las contó y muy seriamente me habló:
- No fuiste don de Topke como te dije ¿Verdá?
- Pues, este...bueno yo fui donde doña Cochita porque el precio era el mismo.-
- Mirá. donde Topke las envuelven en papel de esterina que yo uso en la hielera, estas estan en papel periódico Donde Topke las meten en una bolsa que yo puedo usar,
vos las traés en la mano. Topke da un a candela extra de ganancia por cada docena, aquí solo traés veinticuatro.
- A ver, dame los 5 centavos del vuelto.-
Me metí la mano en el bolsillo del pantalón, no estaba la moneda, en pánico me busqué en todas las bolsas y nada...entonces
para mi horror, descubrí que la bolsa tenía un hoyo. Casi llorando, asustado en mis nueve años le expliqué:
- Tía, tengo un hoyo en la bolsa, yo creo que se salió y perdí los 5 centavos.-
Enojada mi tía solamente comentó:
-Bien dicen que el que con patojos (niños en Guatemala) se acuesta, cagado amanece, regresá ya a tu casa.-
Amedrentado di la media vuelta y cuando iba ya saliendo ella me dijo:
-Ve Rafailito, acercate.- Ya sentía yo el coscorrón.
Me tomó de la cabeza suavemente entre sus manos y me dió un beso en la frente.
-Aprendé a hacer caso. Regresá a buscar el pisto (dinero) y si lo encontrás, que te quede, yo te lo iba a regalar.
No, no lo encontré, pero no volví a desobedecerla.
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