Presentado en el reto "Cien XXV"
La santa
"En el internado, todas admirábamos la santidad que demostraba la monja más viejita del colegio: la hermana Vicenta, que pasaba largas horas recluida en clausura, habiéndose entregado a la oración y a la penitencia.
Por las noches, la reverenda solía pasearse por los pasillos del internado, evangelio y rosario en mano, rezando sus plegarias y deslizándose con sigilosos movimientos.
Unos días después que Vicenta muriera, las autoridades solicitaron a la Santa Sede que la religiosa fuera canonizada, dada su indiscutible santidad.
Pero esa misma noche, aterrorizadas, percibimos sus conocido andar y la vimos pasearse por los pasillos envuelta en llamas."
PS: Esta anécdota la relató la hermana Juana de San, una de las monjas del Internado donde estudié un tiempo, refiriéndose a una "experiencia" acontecida durante su propio internado, en épocas en las que la única forma de salvarse de las llamas del infierno era la confesión, porque, como en este caso, de nada valieron los sacrificios, clausura y oración de la penitente. Según ella, la hermana Vicenta nunca se animó a confesarse, y la visión fue una señal para que ninguna de nosotras imitemos su proceder (menos yo, ya saben).
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