_ Jorge ¿Sabes? Parece que mi esposa me engaña.
_ ¿Y como sabes eso?
_ Se hizo un tatuaje en la espalda baja.
_ Javier eso no quiere decir nada.
_ También encontré escondida entre sus cosas lencería roja con encajes negros muy provocativos.
_ Bueno quizás la compró para darle frescura a vuestro matrimonio.
_ Que frescura y ocho cuartos huevón; ¡si nunca la ha usado conmigo!
_ Ahhh... Lo siento huevón... tienes razón te están engañando.


Sábado en la noche; Thomasito estaciona el automóvil cerca de "La Boya" concurrida licorería de atención rápida y discreta. A pesar de lo avanzado de la madrugada aquel establecimiento rebosa en clientela ávida de la gran variedad de elixires alcohólicos que tiene a la venta.
_ ¿Que vamos a comprar?_ Pregunta Thomasito frotándose las manos tratando de entrar en calor; a esta hora somos azotados por la bajas temperaturas de un gélido invierno que literalmente cala fuertemente los huesos.
_ No sé, pregúntale a Juliano_ Digo buscando refugio de las nacientes ventiscas bajo las frondosas ramas del único árbol que adorna el rústico jardín del local.
_ ¡Decidanse poh huevón! estoy congelado; compremos un whisky y nos vamos donde Manolo de inmediato_ Juliano vocifera algo enojado por la indecisión.
_ Vayan ustedes a comprar yo estoy muy bien debajo del árbol; los espero aquí_ Respondo riendo antes de verlos caminar hacia la puerta de entrada del bohemio sitio.
Enciendo un cigarrillo observando a la jauría de adolescentes que transitan por las estrechas calles; bajan y suben de sus automóviles que lucen acicalados para lograr excesivas velocidades de acuerdo a la norma vigente que dicta una reciente moda.
_ Pendejos conchasumadres_ Pensaba cuando el grotesco rugido de un gran motor rompe los monótonos sonidos nocturnos. El color verde fosforecente de la carrocería llama poderosamente la atención de la juvenil masa anestesiada y adicta a la velocidad. Desde la endemoniada e infernal máquina escapa un desenfrenado reggaeton, aquel ritmo de moda que odio.
_ ¿Quien carajos se cree este conchasumadre?_ Junto a mi sigiloso comentario escapa una leve y sarcástica sonrisa.
El vehículo demora pocos segundos en estacionarse cerca del local; deteniendo no solo el motor si no también la apestosa música. Queda todo inundado en un sepulcral silencio; lentamente regresan al entorno los sonidos de la madrugada.
Dos parejas baja del automóvil y tras lo que pareciera una simpática y pequeña discusión por saber que comprarán, toman rumbo en dirección a la botillería. Son cuatro enamorados que caminan de la mano de a dos.
_ ¡Ándate al carajo hija de puta!_ Repentintinamente me doy cuenta que conozco a una de ellos.
Ella sin percatarse de mi presencia abraza al que pareciera ser su novio; caminan despacio conversando trivialidades; el la besa apasionadamente al detenerse un par de metros antes de llegar al único árbol que adorna el rústico jardín del local.
La sonrisa de sus labios desaparece en un instante cuando me reconoce bajo las sombras, su rostro adquiere un tinte pálido que hace juego con el tono de espanto de su mirada; yo sonrío.
Me pregunto si estará usando la lencería roja con encajes negros muy provocativos.