Todo va muriendo
en este invierno,
los cerezos y los pájaros migran
acallando el dolor ancestral que gime en los huesos.

Soñar en tu sueño, amor,
fantasiosa mente que se apodera de tu ilusión,
no podré desprenderme de vos
porque sos el complemento de mi espíritu creador.

Todo se va transformando
y mi piel ha sido abierta
ante el letargo de los años,
ha sido encendida
por la desobediencia de tus ojos gitanos.

Sé mi sol nocturno, arrabal de mis sentidos
sé mi luna en dicha, cariño
revolcada en la intensidad de las aguas cristalinas
donde emana la suerte
en la comunión de un beso preservado del daño,
preservando las miradas hermanas
en la filosofía humanista de los ideales elevados
por encima del ciego sentido
que le otorgan las masas al devenir de sus destinos.

Vivimos y luchamos,
cansados volvemos a casa
y la vida es un bien comprado,
el amor es un sentir relegado
a los insulsos enamorados.

Dime, verso mio,
¿si habrá una esperanza
que cambiará el infortunio final
al que se dirige este mundo?,
dime, verso querido,
¿por qué con la estupidez colectiva
no he coincidido?

Somos verbo y saliva en la herida
y como huérfanos en la desdicha,
nos aferramos en la fusión de un crisol nocturno
que será nuestro manifiesto de amor
entre el tumulto y su absurdo.

Haz de ser rosa y espina
para las ternuras que te tengo reservadas,
serás y seré junto a ti sin remedio,
porque amarte es el delirio de libertad
ante la muerte de los amores que languidecen en el lenguaje roto de los días,
amores que se desintegran en el sucio desvelo
al que me invita la poesía.

¡Verso filoso que te revuelves
en la sangre de mi rebeldía!,
amarte y hallarte en la pronunciación vibrante
de mi melodía de flores y tristezas prístinas,
amarte y perderme
en los misterios de tu alegría.

¡Oh, inquietas revelaciones!,
amarte hasta que duela y renacer contigo, amore,
incinerar el calmo pecar de nuestras acciones
sobre lo dicho y lo hecho, deshilando pasiones .