Aborto de sentimientos

Todos necesitamos decir algo, necesitamos abortar de forma voluntaria esos dolores que tenemos en nuestra alma, tal vez una ilusión, una desilusión, un amor. Todos necesitamos algo pensó ella mientras caminaba por las calles de adoquines, lleno de hojas secas de otoño y la típica melancolía de La Boca. A quién esperaba por esos lugares tan sombríos, a un amor, un viejo amante, tal vez esperaba encontrarse con ella misma para sí por fin encontrar su libertad.
Ese dia llevaba una belleza unica y magica, no creia en Dios sabia que el universo era su dios, pero por las dudas tenía una estampita de la virgen que había agarrado del cajón.
Sus pies y sus manos estaban fríos, por todo su cuerpo corría un escalofrío. De su boca roja, salía humo que no era de su cigarrillo. Sin pensarlo demasiado se metió en ese bar de barrio. Con una taza de café y chocolate, el calor del ambiente y un libro viejo que sacó de su cartera estaba a gusto. Para no perder su oficio se dispuso a sacar fotografías del lugar con sus ojos y al hojear el libro encuentra una nota “Colombia, 10 de noviembre de 1970: seré breve, ven.” Ella sonrió.
En la puerta inquieto estaba él, con su armadura de soberbia e hipocresía. Con un mundo de etiquetas que en su mente tenía de ella. Se acercó a la mesa con paso arrogante y sus miradas se cruzaron… no necesitaron otro lenguaje… se decían todo. Y así sus lágrimas fueron arrancadas de su ser y así comenzaba a transformarse y encontrar la paz perdida, y así se perdonó a ella misma.
Vos sabés que amo los abrazos y tal vez esté sea el último, abrázame que hoy gane con mi ticket de lotería y ese es mi premio. Con un tono dulce ella le dijo, dejando atrás todo el dolor, feliz de cerrar una herida que tenía abierta para por fin ser libre.
Ahora sí con sus ojos suyos como espejo, dispuesta en ese momento a empezar de nuevo se retira del bar pensando: vos fuiste suficiente.