Ella amaneció algo tarde ese sábado, su estado gripal había cesado y podría disfrutar de ciertos aromas que poco a poco volvía a reconocer.
Humedad y mal tiempo, para colmo el viento del Sur se dio vuelta y vendrían días de mucho frío. Poco le importaba, ella pensaba en los libros que leería hoy pero como no halló los que buscaba decidió escribir como aficionada que era, en una página de cuentos parecida a este enlace pero con menos imberbes contaminando el lugar.
A veces pensaba en un chino o en un hippie trampero que le habían dado los motivos para seguir amando pero ¿qué era el amor?. Igual ella seguiría hurgando en ese pantanoso terreno de los sentimientos. La muchacha tenía conciencia sobre la intensidad e inestabilidad de sus emociones.
También la noche anterior soñó que era una gata morena que acicalaba sus uñas en el lomo de un elefante, al cuál lo llamaban "Grillo", y tenía ciertas manías como la de creerse un perro chihuahua, ¿Pueden creerlo?
Ella, Sol, siempre fue una muchacha muy soñadora, y la realidad la desahuciaba a menudo, por este motivo, hace unos años conoció a un psicólogo respetable, !¡esperen!, ¿Psicólogo, parapsicólogo o psiquíatra?, supongo que él era todas esas cosas y muchas más. Resulta que este inquisidor de la mente tenía aires de escritor y luchaba entre su ingenio y su ego para recuperar el sentido de la vida, se conocía demasiado para llevar con elegancia y humildad comentarios sobre su destreza creativa y sus propias limitaciones, limitaciones que sólo él veía.
Pues bien, ella lo conoció a este tipo que tenía la peculiaridad de escribir su apellido del revés pero él no le arregló la cabeza y no era ningún chanta sino que le dio algo más elevado, le dio confianza en sí misma, él creyó en ella como nunca nadie le hizo saber, él la quiso por encima de los demonios que habitaban en el inconsciente de ésta. Él también le regaló sus horas cuando ella iba en busca de una palabra suya, sus madrugadas, le dio la mano para que se sintiera más segura a su lado, y en la protección que su aura emanaba la dejó penetrar en la magnitud de su estirpe espartana.
Por primera vez, ella volvió a creer en las personas, el amor y la incondicionalidad sanan y hay cicatrices, que nos recuerdan qué tan hondo hemos calado en la capa externa que recubre nuestra alma.
Aún ella sigue aferrada a su mano, no porque vaya a perderse sino porque ella no quiere perder a ese espíritu noble, el cuál le invirtió la mirada a su interior para verse compasivamente.
Mientras que degusta una taza de té
en pequeños sorbos y como un rito oriental,
recuerda sus sueños,los libros por leer,
los amores que han trascendido la carne para penetrar en las sensibles fibras de su ser
y concluye que todo irá bien.
Recuerda al inquisidor de su mente, ¡su salvador!
y desearía hacerle saber el cariño tan grande que siente por él y dejarle en claro, que nunca habrá infortunio en que ceda su corazón para encarecer ese querer.
Se ha invertido el viento del Sur pero aún así,
la vida nos regalará otro día de luz y de sueños,
aún así,
la tristeza será rocío en la memoria y tinta de estrellas para que amar y escribir sean el proverbio dialéctico de la bocas,
amar y escribir, por sobre todas las cosas. |