Los jóvenes modernos, tarde o temprano, se encontrarán en circunstancias en las que alguien les ofrecerá un cigarro liado a mano, con extraño y pungente olor.
O tal vez, les pasen una pipa de agua, prendida para que absorba los enfriados humos de similar olor al caso anterior.
No faltan hoy los vaporizadores, que sin llamar la atención ni usar encendedor alguno, ofrecen el mismo aroma pero sin alquitrán.
En general, solo puedo decirles que recuerden ese olor intenso: una vez en contacto con sus labios y entrañas, persistirá por horas, generando la reacción común de los humanos ante los aromas incómodos.
Si su cuerpo se expone al humo y tan distintivas fragancias, la mente recibe una lluvia de moléculas, que sin duda le apartarán del modo normal y ordinario de percibir e interactuar con su ambiente común. No puede olvidarse que por algo la cannabis acompaña por miles de años a la humanidad; tiene magia que puede convertirte en asiduo usuario de sus hechizos. Convengamos que no genera dependencia fisiológica de la naturaleza del tabaco, el alcohol y verdaderas drogas, pero de todas maneras, ¿quién pide tenedor a la camarera en un restaurant japonés, habiendo aprendido a comer con palillos?
Mi sugerencia es que no fumen mariguana. Puede afectar a dientes, encías, paladar, bronquios , labios y piel de dedos, con su química y aroma pegajoso y delator.
Es recomendable apartarse de procesos de combustión; incluso los vaporizadores pueden causar daños en determinados organismos.
Lo ideal es aprender a cocinar y gozar de las bendiciones del cáñamo índico en galletas, panqueques, tartas, panecillos, chocolates, helados, cremas variadas y caramelos.
Siempre podemos cuidar de nuestro cuerpo y mantener la lucha en esta guerra mundial, que no sabemos cuándo empezó y menos cuándo acabará.
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