Con este texto, yo también participé en el Cien, XXV. No obtuve ningún voto; pero el placer de haber concursado, cuenta mucho para mí.

La mujer caminaba “partiendo plaza”. Yo venía diez pasos atrás. El meneo de las caderas fascinaba, sus nalgas balanceándose sugerentes de aquí para allá, se antojaba tocarlas. Temblé. Short azul marino, sandalias negras, playera blanca que dejaba traslucir los tirantes y el broche de un sostén negro. Quise averiguar si era bonita. La adelanté unos pasos. Volteé: ¡Estaba guapísima! La boca roja y sensual, los ojos verdes refulgiendo como estrellas. Pero lo más impactante, era la leyenda con grandes letras rojas al frente de su playera, sobre unas “bubis” generosas que también se movían en forma perfecta: “Ajena, para nadie”.