Estaba ahí.
Como si todo en la vida fuera estar ahí, y nada más.
Pero estaba ahí, con la ansiosa mirada hincada en aquel balcón
y todo su corazón colgando peligrosamente de esos altos maderos.
Detrás de aquellas alzadas barandas sabía que estaba ella,
pues podía sentir su agitada respiración,
oler la fragancia de su cuerpo
y oír los quejidos de la maquinaria de una vida
que ansiaba la existencia que promete el amor.
Ahí en lo alto y desde alguna pequeña rendija,
la niña miraba al que llenaba sus horas y sus sueños,
diciéndole con su terca presencia:
"!Aquí estoy! en medio de la calle
y al borde del camino hacia nuestra felicidad."
Después de aquel dulce tormento
solo siguió el consabido destino
que hizo de ella una devota doméstica
y de él un solitario viajero que olvidó su corazón
clavado en esos viejos maderos.
Texto agregado el 08-06-2017, y leído por 50
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
08-06-2017
Bellas imágenes en tu sentido poema.UN ABRAZO. gafer
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