Hoy cumple un año más mi compañera de años. Quise darle un regalo distinto. Me desnudé de pies a cabeza animado por la falta de pudor que te dan los años. No me importó el frío que lo encoje y recoge todo. Me recosté sobre la cama tendida. La llamé dulcemente y le dije:

_ Gracias por ser capaz de sacar lo bueno que había dentro de este enceguecedor envoltorio. Gracias por no haberte quedado en lo físico. Ahora te regalo este vistoso exterior que no fue impedimento para que supieras amarme sin superficialidades.

Me miró detenidamente recorriendo con su mirada el desnudo cuerpo. Se detuvo en mi masculinidad y con ese brillo en los ojos que delata la emocionalidad extrema, me dijo:

_ A pesar de toda mi dedicación, nunca pude cambiar lo descuidado que eres. Mira como dejaste de arrugado el envoltorio de mi regalo. Y esa actitud tan mezquina que tienes cuando se trata de regalarme alguna cosa.

Nunca podré entender a las mujeres.