Hoy amanecí con la triste noticia de que fallecieron Laura y Ezequiel.

Los conocí por el año 2012, cuando estudiaba Letras en la Facultad de Humanidades de La Plata, donde la vida podía percibirse en el devenir bohemio de nuestros pensamientos. Militamos uno o dos años en un partido comunista, de germen clasista, con bases teóricas de Marx y Trotsky.

Luchar por un ideal y llenar los días que te restarían con él, era el sentido mas genuino y humanista que arropó mi corazón en esos años, y cuestionar el Sistema Social como la reproducción de una ideología dominante, la del capitalismo, fue determinante para horadar el frágil cuero que apresaba, cautiva, la conciencia.

Vivir entre sueños y sentimientos de revolución que equilibraron mi ying y mi yang, conciliar mis ideales con hermanos que me regaló la vida, entre ellos hallé a Laura y Ezequiel. Compartiendo charlas, madrugadas de peñas y risas cómplices de camaradas.

Un día me fui de esa ciudad, y se apagó la vida, la mediocridad de los días todo lo invadió, para peor poseía un pensamiento propio que no iba a dar tregua a la estupidez mundana, ni a la materialidad de los sentimientos.

Aún espero una revolución en mis días, aún conservo la misma conciencia que purga en mi mente para impulsar la transformación.

Al enterarme de los fallecimientos de estos dos amigos, y de otro que aún esta luchando por su vida, Federico, me di cuenta que la existencia es una cuerda floja, que este mundo ha perdido un caudal excelso con sus ausencias, que la vida es injusta y que no será igual, que dos guerreros han sido vencidos, y que será más propicio y de cobardes, vivir sin cavilar sobre lo deplorable de nuestra humanidad.

¡Pero no!, hay algo que me arde en el pecho, serán las hormigas rojas de la revolución, el sol que ilumina mi razón, o la conciencia hablando e imponiéndose sobre la monotonía de estos malditos años.

Mis hermanos de clase, lucharon por un mundo mejor, sin guerras, sin explotación del hombre por el hombre, donde la educación fuera pan y credo en la reacción contra un sistema mezquino y sin acciones nobles.

La vida es realmente injusta e indescifrable a veces, y será que a estas horas, en esta precisión de mi cronología interna levanto esa incertidumbre del suelo, para continuar con ese credo de pan rojo que saciará nuestro ser cuando nos sobren desalientos.

Me duele el alma, me duele la memoria y confío en que la lucha siempre estará en el puño de los pueblos oprimidos, que reproducen de esa opresión sujetos cosificados por la puta ideología del mercado, ésta que ha garantizado el capital a las clases altas y la subordinación de las demás clases medias y bajas. No me equivoco, la lucha siempre estará en el puño de los pueblos oprimidos, mientras haya sujetos que usen su conocimiento para brindarle palabras y claridad a aquellos hermanos que sucumben en el quedo opresor del miedo.

No se puede vivir a medias, se vive o no se vive, y cuando reflexiono sobre la muerte y la razón de la vida, se pone en juego el proceder de mi conciencia (roja y de izquierda), olvidando las individualidades y los dolores paganos cuando la humanidad y la otredad es la trascendencia de mi pensamiento.

Deseo que encuentren la paz, queridos Laura y Ezequiel, doy fe que sus ausencias no serán en vano. Soy una guerrera que preservó sus fuerzas para otras batallas, es por ustedes y por la otredad que ampara nuestra suerte que he decidido salir a enfrentar la vida.

"La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente" -León Trotsky.