El Cacique
Cuenta una antigua leyenda, que había un cacique quien gustaba muchísimo de admirar las puestas de sol, las estrellas por las noches y contemplar los bosques de piedra del valle donde vivía. Muchas veces se le veía en trance, buscando el mejor ángulo para observar la sombra de las piedras al medio día. Ciertamente pasaba largas horas en esos avatares, pero un día se encontró con un chamán que al verlo tan absorto, le dijo:
_ ¿Por qué no andas con gente de este valle?_ el cacique contesto:
_ Pues ello es muy poco para mí, quiero algo más excelso como las estrellas por compañía, a lo que dijo el chamán:
_ Te apuesto a encontrar en 7 días una esposa, si lo logras tendrás más oro de lo que imaginas pero debes conocerla como cualquier habitante del valle.
El cacique acepto la apuesta porque era la oportunidad para tener más oro; conquistar a una mujer del valle que quisiera ser su esposa seria lo más sencillo. Dejo sus trajes y se vistió como los agricultores. En el primer día anduvo por el valle, saludo a todas las jóvenes pero ninguna le pareció atractiva para desposar, veía un defecto, una tara, poquísima gracia en cada una de ellas, entonces se dijo, mañana será un mejor día para conocer a otras personas.
Al segundo día, recorrió las quebradas que daban al valle pero solo vio rebaños de ovejas en todo el camino y se echó a dormir una siesta, porque eso de andar por allí lo tenía cansado, menos aun sin las comodidades acostumbradas. Estando dormitando fue tocado en el hombro, pero no hizo caso, luego fue movido, entonces se sobresaltó, no pudo ver quien le estaba despertando pues los rayos del sol cegaban su vista, logro escuchar una voz suave, dulce invitándole a ponerse en pie, luego de unos segundos pudo sentarse y grande fue su sorpresa cuando vio a una joven con cabellos enmarañados, manos y cara sucias oliendo a algas con una vara, él quiso enfurecerse pero la mirada de la joven lo tranquilizaba. Después, ella se alejó de esa quebrada lo más rápido que pudo.
Al tercer día el cacique sintió curiosidad de ver nuevamente a la pastora, pregunto en el valle quien era ella, pero nadie la conocía, eso lo dejo muy intrigado, porque él la había visto y no creyó que fuera una capricho de los apus. Al volver a esa quebrada encontró unas hebras de lana rojas sobre los ichus, cuando quiso cogerlas cayeron unas gruesas gotas de lluvia luego más y más hasta desatarse una terrible tormenta, con mucho esfuerzo ingreso a una cueva que nunca había visto luego agradeció a los apus por mostrarle ese refugio. No obstante la baja temperatura y frió que calaba los huesos pudo abrigarse chacchando coca que traía en su morral y se quedó dormido.
Al cuarto día despertó con la mirada de la joven que estaba buscando pero esta vez se detuvo a ver el color de sus ojos, la forma de su rostro y el timbre de voz entonces todo armonizaba hasta que una gota helada lo despertó pero no había nadie con él en la cueva.
Al quinto día estaba decidido a encontrar a la joven, busco en el valle, la quebrada, en la cueva pero no estaba. Casi al anochecer cansado de vagar se sentó debajo de un eucalipto y pidió a los apus que lo ayuden a hallarla. Al día siguiente y el séptimo día fueron vanos para la búsqueda, no consiguió saber dónde estaba ni quien era ella. Al octavo día regreso al bosque de piedra donde estaba el chamán, le dijo que no había encontrado a nadie digno de ser su esposa, a lo que él contesto:
_ Has encontrado a varias personas en el valle, a varias mujeres, pero lo que buscabas estaba en un lugar donde no encontrarías a nadie más que tú sombra, tus temores y ego, sin embargo tendrás hasta la media noche para hallar el amor que estará presente a lo largo de tu vida.
Algo contrariado el cacique volvió a la cueva donde creyó estaría la pastora pero encontró en la entrada a una suntuosa comitiva llevando a la joven, quien ahora vestía con traje rojo carmesí, su cabello negro estaba peinado, su rostro y manos lucían mejor cuidados, sin pensarlo se acercó donde ella, le pregunto ¿Por qué usaba trajes de pastora si no lo era?, ella contesto:
_ Soy la hija del cacique de un valle cercano, pues fueron los apus en complicidad con el chamán que hicieron un hechizo para mí, durante 7 días y 7 noches debía cuidar del rebaño de ovejas de los habitantes de este valle como cualquier pastora para dejar de lado mi arrogancia, vanidad y soberbia debiendo aprender a vivir con la sencillez de ellos, el hechizo terminaría siempre y cuando conociera al verdadero amor, de no encontrarlo sería pastora tiempo indefinido hasta hallarlo.
Después de esta confesión, el cacique admitió estar enamorado de ella desde el primer día que la vio, sin importar quién era ella, ni su apariencia pero no se atrevió a contarlo por temor a no ser correspondido. Entonces ella respondió que los apus hicieron a un lado el hechizo cuando lo conoció a él. En ese instante apareció el chamán frente a ellos y les dijo que sin importar las apariencias, gustos, debilidades y riquezas, el verdadero amor se presenta en la mirada, voz, sonrisa de la persona que nos lleve a sentirnos bien con nosotros mismos haciéndonos mejores personas pues no siempre todo lo que brilla es oro.
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