Habrá días que se llevarán lo mejor de nosotros,
días de perros, con rabia y desgano,
habrá horas de esos días
en las que saldré a buscarte
en la marginalidad de las calles
pero habré tocado fondo
y en el templo de mis demonios
temerás adentrarte.
Habrá muchos días que intentaré apagarme,
que desconfiaré de mi buena suerte
y limpiaré de contradicciones mi mente,
para verme en blanco entre un tumulto de gentes.
Habrá días que daré mi rostro contra el asfalto,
que no sabré encontrarme ni aún escarbando,
que la náusea se apoderará de mis labios,
por exilio y asco del amor imanado.
El amor será virtud y redención
de los hombres sin reparo,
y si desconfías de tu suerte
estás perdido, mi amor,
tenlo en claro.
Habrá días oscuros, tenlo por seguro,
pero siempre habrá otro día
en el que le pedirás revancha al mundo,
deberás hallar el impulso de la vida
para que abreves el dolor en cada caída,
para que nada te detenga
ante la llegada del maldito amor que se avecina
¡y no lo busques afuera, pequeño insulso!
Emana desde el fértil barro
las letras que dotarán de significados tus manos,
y contempla obnubilado el universo,
porque en él deshilarás los misterios
que dieron forma e identidad a tus ancestros,
que cultivaron la espiritualidad y el desprendimiento
en tus rasgos internos.
¡Dime!
si aún no sabes vivir con lo que tienes dentro,
¡atiende!
entonces, deja migrar la conciencia con sus pensamientos.
Aguarda un momento, amigo
que ya se termina la tinta y el vino,
y hazte una idea, querido
que para lo cobardes no habrá otro día,
que no todos poseen las agallas
de hacer de la inmortalidad del alma
una travesía ni una búsqueda exhaustiva
que les devuelva el sentido que han perdido sus vidas,
y ahora, dime tú, ¿si podrás trascender,
en la monotonía de los días en que perece tu ser?
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