Inicio / Cuenteros Locales / martilu / El pez carpa
Y el pez estaba que estaba en la pecera, corcoveo, salto de entre las piedrecitas, haciendo un ruidito peculiar, esperando que alguien de la familia se acordara de alimentarlo.
Ni nombre tenía el testigo mudo, impávido, pasaba sus días en la pecera transparente enredada entre sus heces todo el tiempo suplicando atención cariño contención. O simplemente un cambio de agua.
Si nuestro amigo tuviese memoria mnémica se acordaría cuando fue instalado en esa casa. La nena menor quería una pecera con sus escasos años necesitaba algo en quien ocuparse. Alguien a quien cuidar maternalmente. Al principio fueron tres, el negro de ojos saltones, el telescópico y dos carpas chiquititas naranjas.
Cuando desapareció el de los ojos saltones le dijimos a la nena que estaba durmiendo en el fondo de las piedras, pero nosotros sabíamos que estaba tieso y quietito y que lo agarre con el colador y le di un aventón al terreno vecino.
Al agua le echamos azul de metileno y anti hongos.
La carpa mediana nadaba de aquí para allá inmersa en sus propias cavilaciones. La carpa chiquita le daba zarpazos a su cola todos los días e iba menguando su vitalidad.
Al igual que mi suegra que quería reinar dueña y señora dentro de mi casa.
La carpa perdió partes de su cola y aletas progresivamente hasta que terminó en el fondo de la pecera. Esta vez le dijimos a la nena. Ella la había visto sobrevivir lánguida al tratamiento que era sometida.
Igual que yo en las frías garras de mi suegra.
Aquella fatídica tarde en que mi hija le dijo a su abuela.
-¿Por que vos no queres a mi mama?
Elocuentes palabras de una niña de cinco años que desembocaron en un cerebro haciendo una sinapsis eléctrica igual que cuando caía la comida a la pecera y era devorada por los peces sin siquiera hidratarse, así mi suegra escupió sus pensamientos.
-Si es verdad y te deberías ir, desnuda como viniste, y no usurparme todo.
Debía ser verdad pensé yo que ni siquiera había podido pagar el funeral de mi padre.
Así que tome mi bolso y salí de esa casa.
La ira y los conflictos sin resolver provocan crisis familiares y esa fue una de tantas.
Ahora a la distancia, que ya no existen más parientes me quedo mirando a la carpa y sonrío…
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Texto agregado el 30-05-2017, y leído por 365
visitantes. (10 votos)
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Lectores Opinan |
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31-05-2017 |
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Realmente me encantó de alguna manera el paralelismo, tus pensamientos, todo. MujerDiosa |
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31-05-2017 |
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Las suegras mal necesario, pero lo mejor que se mantengan cuanto más lejos mejor . sensaciones |
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31-05-2017 |
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Cuando me casé, pensé que la familia de origen de mi marido, pasaba a ser mi familia, con algunos resultó, pero con mi suegra... qué ilusa fui. En resumen, lo mismo que filiberto.
Me encantó tu texto.
Un abrazo dulce.
gsap |
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31-05-2017 |
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Difícil que las suegras quieran a las nueras les "roban" su posesión. filiberto |
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31-05-2017 |
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Mini cuento: había una vez una suegra que no se metía en nada. Desde que la mandé a Siberia en un baúl por Navidad. (es broma, fue a Arabia Saudí) grilo |
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31-05-2017 |
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En cambio yo si grito a viva voz ¡¡¡ QUE VIVA MI SUEGRA !!!....pero bien lejos.UN ABRAZO. gafer |
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