Hola amigos
Cuando uno tiene tantas primaveras acumuladas, como es el caso del que esto escribe, dentro de sus actividades sociales está el acudir a muchos sepelios. Casi todos ellos son de amigos de mi generación o de sus esposas.
Cuando es la media naranja de mis contemporáneos la que pasa a la dimensión desconocida. La mayor parte de las veces, salvo la devastación moral del viudo, no hay problema económico.
Por vivir en Latinoamérica me he dado cuenta de que las conyugues, la mayoría, son amas de casa y fuera del manejo de su gasto no son hábiles en las finanzas. Así que cuando su consorte fallece, además del duelo se ven sumergidas en múltiples gastos y aquí vienen los problemas por “el qué dirán de las gentes”, el funeral tiene que ser si no de lujo, si de acuerdo con la categoría social del difunto.
Los funerales en todos los países tienen precios prohibitivos. Las viudas y sus hijos quedan con una deuda enorme. Ahora bien, ¿cuál sería la manera de evitar esto?
Si tomamos en cuenta que en las enfermedades terminales se ocasionan muchos gastos. Una manera práctica de salir del problema del funeral sería la siguiente:
Al expirar el enfermo, inmediatamente llevarlo a cremar. Si los deudos son creyentes (como sucede en Latinoamérica que son católicos la mayoría). Ya con las pavesas, hacerle una misa de cenizas y depositarlo en el Columbario del templo.
A mi manera de ver, para mí sería muy práctico para los que no somos creyentes, que las cenizas fueran derramadas en el mar, o bien en el pasto de un jardín público donde el occiso acostumbraba ir cuando vivía.
Los usos y costumbres prevalecen en todas partes, pero, ante la difícil situación económica mi idea, creo yo, es muy buena. ¿Qué les parece a ustedes?
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