El silencio de las 3:21, el desamparo del tiempo
que arrebata el aliento de recordadas cunas,
burlesco transcurre en su cuenta regresiva
mofándose en su locura, dejando esparcidas risas
como jirones de piel en brisas sujetos a la muerte.

No es Sol que seca. No es frío que agrieta
es la desidia de la regeneración que cansada
de la vida ha trazado termino al destino.
Miro en el rostro reflejado el temor de desvanecerse
temeroso de no terminar lo que nunca comenzó.
¿Qué nos faltó por hacer para deshacer?

Tomando la voluntad en mano por espada
intentando apresurar el paso lento de la vida
de un destino que se esconde tras la prisa.
No es solo la piel que desborda en trozos
es la destrucción que trozo a trozo destroza.

Cada latido duele sobre el pecho como el último.
Cada pensamiento se revuelca desde su nacimiento
en el sin sentir de la nada arrancada por la vida.
Abierta la mente a las borrosas enseñanzas
de fatigados ojos que aún añoran mirar.

Articulaciones que se quejan cual hojas de otoño
sin siquiera ser aplastadas, sin siquiera ser pisadas.
Mantenerse en pie se trasforma en el nuevo reto
de una búsqueda insatisfecha de gozoso equilibrio
que aminore las contracturas de la pesada estructura.

¿Pero qué mierda es lo que pesa tanto?
Pesa el pestañeo que dejó la vida alejarse.
Pesan los abrazos enfilados esperando un presente
sobre un futuro que se quedó en un pasado olvidado.
Pesan las ideas atrapadas en palabras mudas
que no pudieron aclarar buenas intenciones,
cansadas y deseosas de querer hacerse entender
en largos e incomprendidos abortos de silencios.

¡Maldita incomprensión! Oscureces la buena intención
La sepultas en rencores desconfianzas y temores.
Ocultándote en los negros bosques de la incapacidad
de sentir, de pensar en un otro, de verte en un otro.
Te abalanzas danzando la desarmonía como melodía
en alabanzas sobre las cabezas aturdidas, dando confusión.
Regalando división, desolando, aislando a esta pobre especie
que se aniquila embriagada en la abstinencia del amor.

¡Corre!. Corre rápido por los caminos recorridos,
toma del rastrojo desde la siembra cosechada
el alimento rechazado, el sustento abandonado.
Esconde los espejos. Busca en el bello rostro
los reflejos inadvertidos de los momentos olvidados,
que desprendan frescas imágenes a los ojos cansados.
No escaparás a la creciente grieta de la decadencia
solo y en ausencia, cogerás los trozos de tu esencia.