-Muy bien hijo, creo que ya tienes edad suficiente para entender que nuestra pobre y miserable existencia no tiene ninguna clase de importancia o mérito. La tierra que hábitamos, el agua que bebemos, la comida que comemos, todo lo que nos rodea es infinito. Las cosas que podemos hacer con nuestro tiempo aqui donde todo es nada y nada es todo son interminables, y ninguna de ellas va a ser recordada ni por nosotros mismos. Nuestra vida jamás se acabará, nunca de los nuncas, y a ti no te parecerá extraño, pero para mi eso es más tenebroso que si nuestra vida fuera limitada, y eso es lo que te voy a enseñar hoy.

El padre alza su dedo y aparece una esfera blanca encima. -Mira hijo, a esto se le llama universo, es de donde vinimos, y te puedo asegurar que esto no es una réplica ni un juguete, es un universo de verdad, y vas a entrar en él. El número de átomos en tu cuerpo es el número de personas que pueden habitar este universo, cada átomo de tu cuerpo es una persona. Vamos a acelerar el tiempo- la esfera empieza a cambiar de colores, y un montón de explosiones empiezan a alterar su estructura, y después de unos minutos, la esfera está casi completamente negra de no ser por unos puntos de colores que flotan dentro de ella. -Listo, hijo, acércate, el primer humano está a punto de nacer en una pequeña bolita de tierra que nuestros ojos no podrían ver ni con los lentes más potentes en existencia, ahora vas a entrar.

El hijo extiende su mano y de repente un calor como ningún otro se pasea por su cuerpo. Y abre sus ojos y el sol y el cielo y las plantas y los animales lo rodean, el primer ser humano ha nacido. Pasaron 2.5 millones de años antes de que el último humano desapareciera de la existencia, antes de llegar a eso. Hubo tres personas que pudieron llegar a la memoria del hijo después de regresara casa.

La primera es nadie, y nadie es un soldado más, dentro de un ejército que parece ser de un millón de personas. Nadie no recuerda a sus padres, no tiene amigos, vive solo y sabe que probablemente hoy mismo dentro de aquel ejército que va marchando, va a morir. Y el hijo no sabe si sentirse orgulloso o apenado, porque nadie salió corriendo, huyó de la batalla, pero lo hizo porque encontró una motivación para vivir, se casó con una mujer de un pueblo cercano a la guerra y ahí vivió el resto de su vida.

La segunda persona es un inventor, se halla en casa y tiene el modelo perfecto de una máquina para ver el pasado, desgraciadamente, aquella persona en cuestión es bastante desordenada y distraída, su cigarro se quedó encendido sobre la mesa de madera y su casa se incendió con él adentro, quemándolo a él y a su modelo de máquina para ver el pasado.

Y la tercera persona es un artista, más específicamente un escritor, escribió varios cuentos y libros incompletos, vivía en la miseria y sus familiares no lo querían, tenía un trabajo mediocre y murió jóven. Parece ser la definición perfecta de un perdedor, solo que después de su muerte se convirtió en uno de los escritores más famosos de la historia. Lo más curioso de esta persona es que no quería ser inmortalizada por sus letras, el hijo aún no entiende por qué.

El hijo le contó a su padre estas tres historias después de regresar a casa -Ay niño tonto, pareces ser una persona que se fija mucho en los detalles insignificantes. El hijo de Isaac, el vecino, recordó a una computadora que podía revertir la entropía, eso habría estado más interesante que tus tres historias sin sentido.

-Y bueno, faltó preguntarte hijo, ¿Cómo se extinguió tu gente?

-¡Un meteorito destruyó el planeta! No es justo papá, ya casi ibamos a colonizar otros planetas, solo faltaban unos cientos de años.

-Lo sé hijo, pero nadie pone las reglas del universo, el universo simplemente es lo que es, y tienes que vivir con ello. Y hay otro motivo por el cual se acostumbra a mandar a los niños al universo aparte de que entiendan el concepto de mortalidad, es para descubrir su nombre. ¿Hijo, cómo te llamas?

-Mi nombre es Dios.