Poesía con recuerdos de tiempo y viento
HOJEANDO VIEJOS CUADERNOS
Hojeando viejos cuadernos y estrujando la memoria,
encontré primeras letras y balbuceos de versos.
Encontré esperanzas de niño y romances juveniles.
Encontré dibujos del viento trazados en sus hojas.
Esos cuadernos me regresaron por un camino de tiempo
y me llevaron a un rincón alejado de mis lugares de hoy.
Y en ese rincón alejado…
Te encontré camioncito de madera,
con ruedas desvencijadas y el acoplado quebrado,
aún cargado con mil fardos de ilusiones.
Allí estás en un rincón pelota de mis gambetas,
pinchada, desinflada, con grietas de tiempo, goma quemada
y con todos los goles de cien partidos jugados
No te escondas, ni cubras tu cuerpo tubular,
pues, en ti estoy viendo como ayer un sinfín de figuras,
de formas multicolores, calidoscopio del sueño azul.
Te estoy reviviendo rinconcito de mis ratos de tristeza,
confidente de mis cuitas, pañuelo de lágrimas escondidas,
abrigo del viento frío y compañero fiel en horas de soledad.
¡Mira quién está ahí! Sinceramente me había olvidado de ti,
corazón de cartulina roja que dibujé y recorté,
cuando a los once me enamoré de un par de ojos color de miel.
¿Y qué es ese papel arrugado que está bajo el camión?
Ahora recuerdo, en él están escritos aquellos versos de Martí:
“Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo, cultivo una rosa blanca”
que escribí despechado, a otro amor fugaz que llegó a los doce,
después del romance platónico con los ojos color de miel.
¡Cuántas cosas y cuantos recuerdos estoy encontrando!
De mi escuela veo dibujados la huerta, el jardín de flores,
y la cancha donde la pelota de trapo dibujó fintas en la tierra.
Allí el libro “Corazón” que me regaló la maestra de cuarto grado,
y el títere que le di voz y movimiento en Kapipe, el teatro infantil.
En otro cuaderno encuentro, en sepia, la foto de mis padres,
esa que perdí en el tiempo y solo conservo en un retrato mental.
Allí está colgado con un piolín, en un rincón en penumbras,
el avión de madera balsa que me costó diseñar y armar,
en la clase de aeromodelismo que dictaba el "profe" Bernal.
También encuentro, un dominó, un juego de damas y el intrincado ajedrez
que jugaba con la Juana, la Rebeca… la Matilde… el chico Barría… el Bardón…
También esa paleta de madera con una pelota de goma que compré donde Garriga,
y que en tardes solitarias me acompañaban en el frontón del Deportivo Las Heras.
Hay retazos de vivencias con Los Leuquén, Los Burgos, Los Muñoz
También están en el recuerdo los bigotes del famoso Perico Franco,
que en algún tiempo, por encargo del maestro Bernal, ayudó a cuidar de mí.
Aquellos viejos cuadernos, que para hacer espacio en la memoria del tiempo,
quise quemarlos, pero que por fortuna se me ocurrió abrirlos y leerlos,
allí se quedarán y no serán llamas ni serán humo disperso en el viento,
serán retazos de mi tiempo, y solo serán cenizas cuando se quemen mis huesos.
Pido perdón a aquellas personas que recuerdo y también a quienes leen por que en algunos de mis escritos utilizo nombres verdaderos, pero creo que no tiene sentido ni razón hacer recuerdos abstractos, olvidando los verdaderos nombres de las personas que tejieron ese hermoso tiempo sin tiempo, que vivimos en nuestra niñez.
Incluido en libro: La saga de los vientos
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