Dicen que en el instante antes de morir toda tu vida pasa ante tus ojos como si del escaparate de una tienda se tratara, pero dudo mucho que puedas entrar a preguntar el precio de esta, además ya lo sabes, ya la has vivido. Pero lo peor no es que resulte demasiado cara, lo peor es entrar en un bucle sin fin, porque quizás ya estés muerto, mejor dicho apunto de morir, y lo que crees estar viviendo no es mas que un recuerdo pre-mortem.
Los recuerdos son como sueños, porque puedes soñar con algo que ha pasado, además los dos se ven afectados por el subconsciente. Pensaras que no, que los sueños sí, pero los recuerdos solo pueden ser como pasaron, que no puedes cambiarlos a tu antojo. Los recuerdos son como ocurrieron, por que si no, no son recuerdos son sueños. Pero la realidad también se ve influida por el subconsciente, la realidad es lo que uno quiere, puede o le dejan ver. En definitiva, que es una broma muy seria. Y en ello radica la gracia, en la confusión en la que te ves mecido por un mar de dudas que nunca te acaba de mojar, pero que sientes, por su humedad, en cada bocanada de aire que le robas.
Y si tu vida no es mas que la suma de recuerdos, nada menos que una ecuación hecha de sueños, puede que tu destino sea obtener el resultado cambiando el pasado, o aprendiendo de él. Que el futuro nunca llega, que el presente ya ha pasado y lo que recuerdas pude ser que no ocurriera. Pero que mas da que el universo se expanda o se comprima, que importa que el tiempo sea un espacio muy grande, ¿que pasaría si de pronto todo desapareciera?, ¿si de repente todo se repitiera?
Toda acción tiene una reacción, alguien escribió "actúa siempre buscando una consecuencia", pero, ¿hasta donde llega nuestro poder de clarividencia?, ¿hasta donde podemos adivinar?, ¿hasta cuando podemos saber lo que ocurrirá? .
La mañana comienza con el contraste de siempre. En la cama el calor de un sueño, de lo que pudo ser un recuerdo, tras las sabanas el frió de un nuevo día, de una nueva lucha que parece no acabar nunca. En la cara las marcas del que acaba de resucitar, legañas, arrugas de la almohada, y le engañas al reflejo sonriendo satisfecho, porque en verdad estas cansado y ni mucho menos saciado de esta vida tan maravillosa, con comida en la mesa, galletitas, cafecito calentito y por dentro vacío. Solo observas el paso de la gente pero no sientes, ya nada te sorprende. Y te dejas llevar, para que hacer un esfuerzo que tantas veces te llevo al mismo sitio. Hoy es así, mañana será ayer en un par de días y puede que todo cambie, eso es la esperanza, y no se pierde.
Paseando por la calle, la humedad en tus pulmones y a tu nariz llegan los hedores de un mundo que se pudre por dentro y por fuera. Que mas quisieras tener fuerzas para cambiar algo, tampoco sabes el que, así que mejor las cosas como están. Que nadie se mueva y que lleguemos cuanto antes donde tengamos que llegar.
Entras en el parque y como siempre los mismos árboles que se extienden hacia arriba. Y todo lo que no vemos es mas incluso que lo que creemos ver. Las raíces, poco a poco, crecen, y con tanto poder que aguantan todo el peso de la vida y la dan. Avanzan sin descanso y ya vencen la resistencia del frío asfalto, que sin ni siquiera un llanto se deja doblegar.
Ya a estas horas y aun, hay parejas en los bancos y caminando. Todos iguales pero diferentes, de esto me acuerdo, tengo un fino recuerdo ¿o acaso fue un sueño?. Ves la vida repetida pero esta vez vivida, por otros. ¿Qué fue de aquellos tiempos en que bastaba con la mitad y encontrabas el doble? Cada vez necesitas mas y cuesta, valla si cuesta, encontrar lo que perdiste. Y no sabes si fue real, y si lo fue ¿Por qué lo dejaste escapar?.
No, seguramente, nunca ocurrió, por lo menos no de la forma que lo pienso, que lo piensas.
“Una vez tuve un sueño, de niño, soñé que moría. Fue la primera vez, y no ha sido la ultima. Pero es de las que mas me acuerdo. Las novedades suelen recordarse mejor, pisan con mas fuerza. De echo es un paso que hay que dar, como muchos otros, un tropiezo inevitable”.
Mientras tomas el café, sentado solo en la barra, observas al camarero como sirve por dinero. Y es que así funciona el mundo, es tan absurdo. “Los pensamientos dan vueltas y vueltas en mi cabeza y vuelvo a tener esa sensación de haber vivido esta misma situación. He tomado muchos cafés, y siempre es el mismo ritual, pides algo a cambio de otra cosa, abres el sobrecito de azúcar, solo vierto medio, y luego le doy vueltas y mas vueltas a mi cabeza”. Hay una diferencia, solías tomarlos acompañado, y compartíais vuestros pensamientos, todo por nada, solo a cambio de escuchar mínimamente, no hacia falta que los entendierais, con estar ahí delante era bastante.
Después vuelves a casa, ha sido un día mas. Vas sumando y restando al ritmo lento de una canción, una balada, una música olvidada que dicta tu corazón. Y cada vez mas lenta, cada vez mas descompasada. Te sientas en una silla, prefieres el sofá, descansas la cabeza en tus manos frías, vacías y recuerdas sus caricias. Y todo parece borroso, oscuro, tienes miedo. Pero debes continuar, no debe quedar mucho mas. Haciendo un gran esfuerzo te levantas y te vas a la cama. Aquí hace mucho frío pero no paras de sudar. De pronto un súbito latigazo, un dolor, y un grito ahogado, agudo... de un niño.
-¡¡MAMAAAA!!-
-Calma cariño, ya paso, ha sido solo una pesadilla-
-Soñé que me moría-
-Bueno pues ya ves que no, solo era un sueño-
-Pero,...es que...me pareció mas un recuerdo-
FIN.
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