Cuando Cacho Pi vino a nuestra modesta casa con aires de superioridad de albañil, nos miramos confundidos.
No es que no confiáramos en nuestro arquitecto estrella, es que los planos eran carísimos y la mirada del arquitecto en cuestión siempre estaba dirigida a las alturas.
Cacho Pi en cambio más modesto, siempre miraba hacia los ladrillos.
Queremos un baño, le dijimos a Cachito, con cariño. Es bien sabido que todas las casas necesitan uno, para nuestras necesidades fisiológicas más ortodoxas.
Cachito nos miro y simpáticamente dijo. Despreocúpense.
Enseguida trajo a sus seguidores, cuatro albañiles de no más de diecisiete años cada uno y con sapiencia miraban las instalaciones, los artefactos sanitarios y los cerámicos con total conocimiento sobre el tema en cuestión.
Durante cuatro días estuvimos mirándolos, trabajando todos en un metro cuadrado, todos parados sobre la misma cerámica, pensamos, cuanta sabiduría acumulada….
Luego estaba la instalación del lavabo, el bidet y el inodoro, ah… la ducha.
El recinto a ocupar era de un metro y medio por un metro y medio por dos o sea tres metros cuadrados de superficie. ¡Como encapsular a todos los elementos en tan pequeño lugar!
Pues cacho Pi saco el metro y todo solucionado.
La ducha está arriba del inodoro, por el inodoro en cuestión sale agua caliente así que de paso que el agua se lleva las heces sube un aire caliente que te lubrica las partes intimas.
La ventana de respiración esta vertical al inodoro, porque horizontal no daban los metros, así que se puede espiar desde afuera quien lo utiliza.
Eso es lo de menos.
Ya tenemos baño.
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