Hace una noche te soñé nuevamente. Quise conversar una vez más, pero mis labios no podían pronunciar palabra alguna. Deseé sentirte una última vez; sin embargo, tu enorme muralla nos volvió a separar. Intenté sostenerte como siempre lo hice, mas no quisiste esta vez.

Era de mañana ya cuando abrí los ojos, pensando que la pesadilla había culminado e intenté besarte para consolarme. No obstante, olvidé que ya no estabas ahí, que esta ya no era nuestra cama y que tus besos solo yacen en mi recuerdo. Otro día lluvioso más estaría por empezar.

Escuche varias veces comentarios acerca de cuán fácil sería esto con el tiempo; que el dolor era efímero cual verano y que las noches de lluvia solitaria serian pasajeras. No obstante, el problema es que mi corazón no olvida el sentir de tus palabras; ni mi piel, el sabor de tus besos.
Quizás debí ir por ti una vez más; tal vez debí sostenerte nuevamente. Probablemente no debí dejarte ir y esperar que volvieses por mí; sin embargo, no puedo evitar pensar que todo el tiempo que te sostuve en el pasado me cegó y a lo mejor hace mucho ya lo sabias: este escritor no seria tu compañero en este viaje que llamamos vida.




¿Cuándo dejará de llover?