Soy un marinero del Graf Spee. Estoy junto a dos compañeros en un habitáculo cerrado del barco.
-Ha comnzado la batalla. Ya se escuchan los cañonazos.
-¿Tienes miedo a la muerte, Heinz?
-La muerte es un hecho natural, tan natural como el nacimiento pero en este trance cómo no tenr miedo... Es muy de loco no tener miedo en la guerra pero todos debemos disimularlo. En estos espacios cerrados, no sabemos cuándo puede llegar el cañonazo que ponga fin a nuestras vidas pero debemos priorizar el cumplimiento del deber: saber morir por la atria alemana.
Me embargaba un fuerte estado de angustia. Mis pensamientos volaban hacia mi hogar en Hamburgo. Qué sería de mi familia. ¿Cómo estarían Sandra y los niños? ¿Qué pasaría con ellos si yo moría? Huérfanos...
Yo había aspirado a ser un ingeniero naval pero caí en este barco. Marinero. Acepté lo que Dios dispuso para mí.
De pronto, un cañonazo reventó una de las paredes del compartimiento y fui alcanzado. Pensé con desesperación en los míos. Los encomendé a Dios y el frío de la muerte me envolvió.
Texto agregado el 03-05-2017, y leído por 137
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