Juana estaba aprendiendo a leer y escribir. Por las tardes, después de realizar sus obligaciones de limpiar, barrer, lavar, planchar y hacer la comida, ocupaba su tiempo libre para dedicarse con voluntad y tesón a ir desentrañando los secretos de la lectura y la escritura. Susana, la patrona de la casa, tenía la buena voluntad y paciencia necesarias para enseñarle un par de horas a su iletrada empleada, todo lo que necesitara saber. Juana era simple, directa, no demasiado inteligente, o quizá sí, y sólo le faltara más tiempo y práctica para abandonar definitivamente su ignorancia. Susana le prestaba libros de lectura sencilla para que Juana se siguiera ejercitando en el arte de leer; sin embargo, ella se quejaba algunas veces de las lecturas sugeridas; sobre todo de la más reciente: “El canto de la salamandra", una antología de cuentos breves mexicanos, que aunque de fácil lectura por la cortedad de los textos, implicaban bastante participación, malicia y cultura por parte del lector. Así que cuando Juana llevaba menos de cincuenta páginas leídas, tomó el librito y se lo regresó a su patrona.
-Señora Susana, aquí está su libro. Necesito que mejor me preste otro al que yo pueda entenderle mejor, éste está rete difícil.
-¿Difícil, Juana?; pero si son cuentos muy pequeñitos de los cuales puedes leer varios en una sola sentada.
-Pus será el sereno, señora; pero a muchos no les entiendo nada.
-Lo que pasa es que tú los lees textualmente, fijándote nada más en los hechos más obvios. Tienes que aprender a leer entre líneas, tratando de descubrir lo que el autor ha querido decir detrás de las palabras o más allá de ellas. Debes de tener malicia para leer.
-Pus no, señora Susy, no me gusta nada eso de ser maliciosa. A mí me gustan las cosas claras para evitarme disgustos. Eso que dice usted de “leer entre líneas”, nomás no se me da nadita. Además, entre las líneas de lo que leo todo está vacío, puros espacios en blanco; así que no sé que pueda yo leer allí.
-No es que físicamente haya algo escrito ahí, Juana, es más que nada la comprensión que tú puedas lograr de lo que lees. “Leer entre líneas”, significa adivinar la intención oculta del escritor, lo que quiere decir pero no lo dice textualmente. Ahora eres sólo una lectora común. Pero mañana serás una hábil lectora.
-La mera verdá no creo que para mañana sepa yo más.
-Ay, Juana, “mañana” es solamente una forma de hablar y decir que en poco tiempo serás una buena lectora.
-Tá bueno, señora, si usté lo dice así ha de ser. Yo ya me voy, eso de “leer entre líneas” me dejó medio atarugada. Con su permiso, señora. Mañana llego temprano.