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Salmorejo y punto de sal

La receta está en cualquier libro de cocina. Prefiero aclarar de una vez por todas la verdadera dificultad de este plato: el punto de sal. Y no hablo de añadir la cantidad exacta de cloruro sódico, eso viene también en el mismo libro, sino de la necesidad de espantar la rutina mientras se trituran los tomates. Si mientras elaboras tu salmorejo no ocurre nada especial, con toda seguridad tu plato sabrá a bostezo y a martes por la tarde. Un buen salmorejo necesita una base de belleza, una pizca de fiesta y mucho de sorpresa. En los mejores restaurantes lo saben, y nunca mueven ni un pelador sin la precaución de que uno de sus pinches recite a Baudeleire en mandarín, meta las tijeras en un enchufe o salte a la comba desnudo. Algún chef de renombre ha llegado a contratar a la tuna de derecho de Salamanca e incluso al Circo del Sol para su salmorejo con excelentes resultados. El precio del plato, eso sí, se dispara. Parece imposible, entonces, que en casa con nuestros escasos recursos consigamos un salmorejo que no llore por los rincones y arrastre los pies al subir las escaleras. Es la hora de usar la imaginación. Con tres botellas de manzanilla en rama se llena fácilmente la cocina de gente. El número de personas debe conseguir que el contacto físico sea inevitable y nadie tenga nunca la seguridad de cuál es su copa de vino. Si se dispone de niños, incorpórelos al gusto. Una vez conseguida la fiesta, vamos a por la sorpresa. No hay que precipitarse. Tenga en cuenta que la estadística y el alcohol juegan a nuestro favor. Con un poco de suerte alguien estará embarazada. Recomiendo no recurrir al viejo truco de meter el dedo en el ventilador para obtener sorpresa a menos que sea absolutamente necesario. Para terminar sólo nos falta añadir la belleza. Y para esto, la verdad, no hay atajos ni valen artimañas. Es necesario que usted ya sepa de antemano mirar y extraer, sólo con ayuda de sus ojos, el carísimo elixir de la belleza de todo lo que le rodea. A ver un gargantilla de esmeraldas liquidas donde otros sólo ven unas tristes gotas de aceite oliva. Lo siento mucho, eso no se enseña, y además nadie ha dicho que todo el mundo pueda hacer salmorejo.

Texto agregado el 28-04-2017, y leído por 132 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-04-2017 Tiene su punto de sal ***** grilo
29-04-2017 Ya me ponchaste, amigo, ni siquiera puedo hervir agua en forma decente. Pero admiro tu capacidad. -ZEPOL
 
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