Ayer era un tiempo de dorados presagios,
ayer tenía a Juan Pablo
que me daba a pedazos su amor
en gramos de nicotina y alcohol.

Ayer tenía una guitarra que desafinaba mal,
un casete de los Beatles
y una tableta de pastillas en el placard,
tenía un amor enfermo que desistió de soñar.

Ayer cultivé esperanzas y mensajes de paz,
escribí, salí a las calles a existir
y me descompuse en la estación de trenes
de mi cuidad.

Ayer tiré a matar,
desafié a los imbéciles
y hubo cabezas que comenzaron a rodar,
era toda una Atenea
y hoy me atormento con el Complejo de Electra.

Ayer descocía la realidad,
revolvía mi estómago emocional
en diferentes salivas,
ayer fui fantasía
y hoy me tomó por el cuello la falsa utopía.

Ayer odié a mamá,
busqué a mis hermanos
y sucumbí en un naufragio
cuando me expulsaron al mundo
desde un exilio apresurado.

Ayer era una bohemia,
con versos de Dylan Thomas en los bolsillos,
con flores y cenizas en su morral de hileras,
con una munición de heroínas
y un cuchillo entre la boca rabiosa.

Ayer, ayer, ayer...