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“Agradecer habla bien del corazón, que Dios te bendiga hija mía”. Dio media vuelta y se retiró lentamente. Señaló aquella agradecida viejita cuando con la emoción reflejada en su rostro recibió un par de acogedoras cobijas de manos de Andrea. Siguió en su reparto, pero no la perdió de vista en ningún momento, hasta que dobló la esquina. Desde entonces quedó en su memoria un recuerdo perdurable de aquella tierna anciana.
Dos meses después en una agradable charla con su mejor amiga le decía:
- ¿Cómo es posible que viva gente así con esas carencias?, tenía un rostro angelical que me hizo recordar a mi abuela materna, sus manos eran suaves y blancas, con una mirada muy tierna. No, no…tengo que regresar a buscarla, me impactó. Sabes, ella debe de tener más de 90 años.
- Si, si, como si fuera muy fácil regresar a la sierra, estás loca son más de 400 kilómetros, tenemos en puerta los exámenes finales y además con que “plata”.
- No lo sé pero tengo que volver a verla. Algo me quiso decir con su mirada.
Andrea terminó sus estudios de Ciencias Políticas y debido a su buen promedio, logró colocarse como asistente de investigador en la misma universidad. Para unas vacaciones de verano regresó a aquella lejana sierra, con un solo propósito, localizar a aquella anciana. Sabía que respondía al nombre de María Guadalupe, recorrió aquel pequeño pueblo preguntando por ella, Sin embargo, su esfuerzo fue en vano, nadie le supo dar razón de ella. Despreocupadamente se sentó a descansar en el piso al cobijo de una pequeña tienda. Meditaba: no es posible que no la encuentre, a menos de que haya fallecido. Andrea jamás volvió a encontrarse con aquella anciana.
Pero en su búsqueda comprobó muchas cosas de la vida de aquel alejado pueblo. Que los políticos locales aprovechándose de la ignorancia de los indígenas, son manejados como peones en tablero de ajedrez. No fomentan entre ellos una ayuda real, los caciques aliados a los antiguos latifundistas, con los comerciantes y usureros, son lo que dirigen el pueblo, son los que “dirigen el baile”, le dijo un señor con la condición de que no señalara su nombre. Un cacique de nombre Garrido al enterarse de que venía haciendo muchas preguntas en el pueblo la quiso intimidar. Proponiéndole que si no tenía dinero para regresar, él se lo podía proporcionar.

He querido significar este caso real que inició como un hecho de humanidad por parte de un grupo de estudiantes y que llevó posteriormente a una de ellas a desarrollar su tesis de licenciatura; en su trabajo de investigación expuso el problema social, y la serie de vejaciones, maltratos y discriminación que se presenta contra la gente más vulnerable, en una atmósfera de mentira y hostilidad por parte de mezquinos politiquillos locales.

Texto agregado el 26-04-2017, y leído por 146 visitantes. (1 voto)


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