Cuando intentó incorporarse de la cama recordó que estaba con alguien mas, miró rápidamente hacia atrás para confirmar si era real aquella impresión de tener compañía esa mañana, mientras se estrujaba casi desesperadamente los ojos, tratando de aclarar la visión, pasándose después las manos por el cabello que como siempre le amanecía enmarañado.
Maria Fernanda aún dormía, con una expresión entre dulce e intrigante; Permanecía inmóvil , serena con sus labios carnosos y rojos entreabiertos. ¿Que le diría cuando sus ojos azules, que aun permanecían cerrados, le dieran la bienvenida.
Pensó en irse sin decir nada antes que ella despertara, así podría evitar la burocracia habitual y el juego de agradecimientos que no se le antojaba nunca; pensó en simplemente levantarse y escabullirse entre los últimos vestigios de noche que permanecían como aguardando su decisión, pero tampoco se le antojaba el rosario de disculpas que tendría que inventar, la cantidad de excusas que debería presentar después, cuando le reclamara por su huida; hmm ¿Que seria peor?.
Finalmente, sin pensarlo más, sólo se levanto y preparo café para muchos, porque no dominaba la tarea, pero no quedo tan mal. Se sentó, y cuando se disponía a beber el primer sorbo escuchó el ruido no deseado; Maria Fernanda se estaba incorporando al día; que sensación mediocre la que le oprimía el pecho, una repentina ausencia de aire y esa maldita incertidumbre, se había convertido en el personaje de una película de Hitchcok, esperando que algo o alguien saliera por la puerta, minutos convertidos en horas por efecto de algún estúpido alquimismo de la naturaleza. Maldita sea, pensó, ¿Y ahora que?.
Maria Fernanda apareció radiante, feliz, su serenidad contrastaba abismalmente con la desesperación de esos ojos negros y vidriosos que la miraban desde el comedor, a los que recibió con una sonrisa y un casi susurrado “buenos días, ¿puedo tomar un poco de café?”.
- Si... Claro.. como no .. Igual es tu casa.,
- No me refería a eso, respondió Maria Fernanda, como lo preparaste tu sólo quise saber si podía beber de el.
- Discúlpame es que estoy un poco ... En fin, no me hagas caso, no quise hablarte mal, claro que puedes beber.
Maria le dio las gracias mientras le regresaba una sonrisa, aceptando las razones.
Sólo silencio rodeaba la escena, a pesar de los dos cuerpos en un espacio tan reducido, sólo silencio, nada que hacer, nada que decir, la tranquilidad de Maria frente a un cuerpo desesperado, casi consumido por el pánico.
No fue sobrellevable mas la presión .. Maria Fernanda, toda calma, toda serenidad quedo estupefacta cuando de golpe un asiento calló al suelo y Oriana salió corriendo del lugar, con muy pocas intenciones de regresar, dejando como último recuerdo una taza de café derramada sobre el comedor y un sentencia en el aire: “Te odio”, gritó mientras desaparecía por el corredor.
Hmm... Es casi una niña, muy inexperta; siempre pasa igual la primera vez, en cualquier momento ha de regresar, pensó Maria Fernanda mientras recuperaba su tranquilidad y se levantaba, dirigiéndose a cerrar la puerta que Oriana dejo abierta al salir.
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